El pasado día 3 de noviembre tuvo lugar el solemne acto de recepción como académico de número en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid de Félix Manuel Nieto Bayón, primer estomatólogo que ocupa este puesto, y que era hasta ahora junto a otros dentistas académico correspondiente, lo que me mueve a escribir estas líneas en reconocimiento a tan importantes instituciones y, cómo no, de felicitación a tan excelente profesional y, personalmente, gran amigo.
Quiero destacar la presencia en este acto del Presidente del Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de la VIII Región D. Agustín Moreda, que fue invitado a sentarse en la mesa presidencial, lo que constituye una deferencia del Presidente de la Real Academia a toda nuestra profesión.
Al finalizar tuve la suerte de poder conversar con el profesor Ángel Marañón, presidente de esta Real Academia y catedrático de Patología Médica en la Facultad de Medicina en los tiempos en que fui estudiante, lo que dio lugar a algunas de las cuestiones que aquí quiero contar.
Volviendo a los tiempos de estudiante en mi época de los años setenta, recordamos como asistíamos a las clases sin ser alumnos de la Cátedra del dictante, con el único ánimo de aprender, de ser receptores de aquello que eran las clases magistrales. Así, era habitual que los de la Cátedra del profesor Olegario Ortiz asistieran a las del profesor Marañón y viceversa, o los que ya habíamos superado la asignatura de Farmacología asistiéramos a las clases del profesor Velasco, presente en este acto por ser hoy secretario de la Real Academia, que se integró como catedrático a la Facultad posteriormente a que cursásemos oficialmente la asignatura. También recuerdo como se colaban alumnos de otras facultades a las clases de Psicología del profesor Valentín Conde, incluso vimos a otros profesores asistir a las clases de Anatomía del Sistema Nervioso del profesor Pedro Gómez Bosque. Esto hoy día no me consta que ocurra, al menos con la normalidad de entonces.
La Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid que fue la segunda en crearse en España, le precedió la de Sevilla y la de Madrid fue inmediatamente posterior, tiene una connotación que le diferencia de otras y es que así como lo habitual es que se iniciasen en una tertulia, la de Valladolid nació en el seno de la misma universidad, el 27 de enero de 1731 y la finalidad desde sus comienzos era presentar y discutir los nuevos avances de la ciencia.
Hoy en día, las reales academias son en la práctica los únicos lugares donde, de forma cotidiana, se mantiene la comunicación oral y directa sobre las materias propias de su ciencia. El cambio habido en las universidades, por distintos motivos que hoy no voy a analizar, han convertido a las reales academias en los últimos foros de culto y respeto a la ciencia.
Una circunstancia que como dentistas no podemos dejar pasar es que por primera vez uno de nuestra área pase a ocupar tan importante lugar, el primero en Valladolid, no en otras reales academias donde el sillón correspondiente a la Odontología o a la Estomatología viene siendo una realidad y los odontólogos ocupan un puesto de número. Incluso, en ocasiones, más de uno, como en la Real Academia Nacional de Medicina donde el Sillón de Historia es ocupado por el dentista Sanz Serrulla, además de contar esta y otras con varios dentistas académicos correspondientes.
Es por esto último que cuento que nunca he entendido ese afán que tuvo el Consejo General de Odontólogos de España, y en el que parece persistir, de constituir una Real Academia de Odontología, que con buen criterio fue denegado por la autoridad correspondiente, pues no hay que hacer lo que ya está hecho sino en defensa del interés general potenciar y mejorar lo que se tiene. Por eso desde aquí nuestro apoyo a las reales academias de Medicina y nuestro reconocimiento a los compañeros que en ellas trabajan y hacen que la Odontología figure donde le corresponde.