En el anterior artículo (El nihilismo y su reflejo en el arte. Parte I) comentábamos que el concepto filosófico del nihilismo esta fuertemente arraigado a la filosofía de Nietszche (1842-1900). Este autor diferenciaba entre el nihilismo pasivo que es aquel que refleja “el último hombre” y el nihilismo activo que se identifica con el “superhombre”. En ese mismo artículo hablábamos de que el nihilismo pasivo queda perfectamente representado con el denominado minimalismo abstracto, del cual dejamos constancia con la obra de algunos autores.
Existe un concepto novedoso en relación a los estados nihilistas. Este espacio sería el llamado prenihilismo. Podemos definirlo como ese estado inicial en el cual el ser humano se encuentra en una situación de desorientación que afecta de forma extraordinaria a su psique y a su comportamiento social. Sería aquella persona que tiene intención de creer en algún estado superior pero de for- ma muy superficial, difusa, muy difuminada. Es una personalidad muy cercana a lo que Heidegger (1889-1976) denominaba el “Das Man” caracterizado por lo que este mismo filósofo deno- minaba la existencia inauténtica. Estaría encarnado por ese ser humano que tiene un comportamiento social ausente de todo criterio propio y que se deja llevar por las modas, los “influencer” o los “opinadores de actualidad”, incluso de actualidad política.
El ser humano se caracteriza por tener una naturaleza propia que le lleva a preguntarse por lo que realmente es. Es el único animal que es capaz de preguntarse por el SER en si mismo. Es decir, el ser humano es consciente de su existencia y de tener una conciencia propia. Al mismo tiempo, es el único ser que tiene una idea consciente del futuro y de todas las posibilidades que le brinda este y siguiendo a Heidegger, en verdadero ser (El Dassain de Heidegger) sabe que de todas las posibilidades futuras, casi infinitas, que pueden plantearse, hay una que inexorablemente siempre existe, esta posibilidad es la propia muerte.
¿Cómo se manifiesta todo este pensamiento en el arte?
Un movimiento artístico que se manifestaba por una contracultura fue el Dadaismo el cual crea una especie de contra-arte o anti-arte manifestando una provocación abierta al orden establecido, con figuras tales como Marcel Duchamp (1887-1968) del que ya hemos hablado en anteriores artículos.
Una de las principales figuras que es capaz de trasladar al lienzo la idea del nihilismo pasivo y del prenihilismo es Francis Bacon (1909-1992). Considera este autor que no es capaz, por si mis- mo, de elegir una idea inicial y decide dejarse llevar por el propio lienzo encontrando la libertad en el devenir de la pintura envuelta ésta en un nihilismo buscado a propósito.
En muchas de sus obras, removía la pintura sobre el retrato dejando una masa deforme y borrosa, negando la propia identidad del retratado. En el fondo se trata de borrar el momento presente y de mirar a un futuro incierto y caótico. Es un ataque existencial a la propia integridad humana. Como decía el propio autor “Yo no creo en nada” revelando mediante su pintura el despropósito de la propia existencia.
Bacon utiliza la destrucción como herramienta creativa, evocando sensaciones que rozan el horror y la incomodidad.
En palabras textuales del propio Bacon: “cuando trato de hacer un retrato, mi ideal sería en realidad tomar un puñado de pintura, tirarlo al lienzo y esperar que el retrato estuviera ahí. Tengo voracidad de lo que espero que pueda darme el azar”.
En realidad, Bacon representa el nihilismo metafísico que niega la propia realidad. Por esa razón deja que la realidad se materialice de forma casual, invadiendo una de las miles de posibilidades que se pueden plantear.
La concepción de un futuro cierto con las casi infinitas posibilidades que puede plantear, incluyendo siempre la posibilidad inexorable de la muerte, llevar al ser humno a la angustia vital. La vida oscila entre el deseo y el dolor de no obtener lo deseado.
Existe en las obras de Bacon esa representación entre los valores más clásicos de la tragedia griega enfrentando a lo apolíneo con lo dionisiaco. Siguiendo a Nietszche lo “apolíneo” domina la vida de la sociedad racionalista contemporánea, en la cual, la razón es utilizada para el engaño, consiguiendo una perfecta alineación de los individuos (causa del nihilismo pasivo). Sin embargo lo “dionisiaco”, que se vio reflejado en las sociedades de la antigua Grecia, acepta a los instintos como propios del hombre en su ansia por la vida.
Otro artista que representa las aptitudes y pensamientos nihilistas es Edvard Munch (1863-1944). Es un pintor puramente existencial en el que se reflejan de forma imperativa la angustia y la muerte. Se mezclan la realidad exterior y la interior de forma tan difuminada que a veces es imposible diferenciar ambas.
En su obra “Vampiro” se refleja de forma clara estas dos realidades. Los colores son obscuros y angustiosos dejando en evidencia la facies de la mujer que representa el vampiro. La angustia ante lo inevitable está presente en la concepción de la obra.
De forma muy similar a “Vampiro” se refleja la angustia en su obra “Celos”. Los colores tienden a la oscuridad resaltando la facies de la supuesta víctima. El reflejo de la angustia se trasmite al espectador de forma escandalosamente real.
Una de las principales obras de Munch es “El Grito” en la cual quedan expuestas todas las consideraciones que veíamos en su dos obras anteriores. Destacamos las líneas rectas del puente que terminan en una infinitud difusa con la figura principal en una pose indefinida pero siempre transmitiendo angustia y dolor. No se especifica en la obra la razón de esa angustia, por eso mismo representa la aptitud nihilista más evidente. Es el “último hombre” de Nietzsche con su pesada carga de angustia ante el conocimiento de la NADA como la ausencia de la existencia misma.
Mi preocupación por la percepción de la NADA como ente existencial queda reflejado en mi obra “Pared con rostro”. La rostro queda desdibujado, no como Bacon, emborronando la figura, sino escondido en un muro gris, prácticamente con ausencia absoluta de color.
Es un rostro adivinado que refleja ausencia de emoción. Es la representación del estado prenihilista del que hablaba al comienzo como ese estado de desorientación psicológica y social.
De forma muy similar a “Vampiro” se refleja la angustia en su obra “Celos”. Los colores tienden a la oscuridad resaltando la facies de la supuesta víctima. El reflejo de la angustia se trasmite al espectador de forma escandalosamente real.
Una de las principales obras de Munch es “El Grito” en la cual quedan expuestas todas las consideraciones que veíamos en sus