El término nihilismo (del latín nihil, «nada») viene asociado directamente a la idea de la NADA como algo existente. Podemos simplificar el término asumiendo que un nihilista es alguien que prefiere creer en la NADA a no creer en nada.
San Agustin de Hipona (354-430) introduce por primera vez este término en la “Ciudad de Dios” calificando a los nihilistas como “ignorantes no creyentes”. Sin embargo, el término nihilista ha permanecido a través de los siglos adaptándose fielmente a muchas de las principales doctrinas filosóficas, ya que un nihilista se fundamenta en el sin sentido de los valores, de las ideas y de los principios. El término se popularizó en 1862 con la publicación de la novela “Padres e hijos” del escritor ruso Iván Turguénev (1818-1883). Uno de los protagonistas, el joven Basaróv , vivaz, activo e incondicionalmente realista, refleja, sin embargo, una actitud escéptica y absolutamente desencantada con las ideas tradicionales que identifican una actitud nihilista ante una vida con escaso poder de atracción.
Desde un plano filosófico, el nihilismo esta fuertemente unido al pensamiento de Friedrich Nietzche (1842-1900) para el cual la dualidad platónica de la idea básica de un mundo verdadero, el de las ideas, y un mundo sensible, el que vivimos cotidianamente, queda completamente rechazada. Todas las religiones abogan por un mundo verdadero al cual solo podemos acceder tras la muerte, después de haber llevado una vida penitente. Nietszche rechaza de forma dramática este mundo verdadero abogando por cambiar el mundo aparente y convertirlo en real.
Existe una reacción a este pensamiento nietzscheriano de “Dios ha muerto” que es el nihilismo pasivo en el cual, al ser humano le deja indiferente todo lo referente a este mundo aparente y pierde interés incluso por la propia muerte. Este sería el pensamiento y la actitud del “ultimo hombre” el ser profundamente ateo. Existe, sin embargo, un nihilismo activo que es aquel ser que se implica en la creación de un nuevo mundo verdadero con un nuevo sistema de valores y en el que se niega para afirmar y en el que se destruye para crear. Esta sería la actitud básica del denominado por Nietzsche el “superhombre o el hombre que va más allá”.
El rechazo al mundo verdadero y el rechazo a la figura divina dejan sin respuesta a los porqués basados en la existencia de Dios. Eso significa dejar al ser humano sin la brújula que le guía en la historia. Para este filósofo, es crucial el paso del nihilismo pasivo al nihilismo activo comprometiéndose en el cambio de los valores morales tendiendo más a la idea dionisiaca que a la apolínea.
Arthur Schopenhauer (1788-1860) establece un sentido más metafísico de este término, basado en su filosofía de franco pesimismo, para el cual, la vida no es más que sufrimiento y que este sufrimiento no tiene ningún sentido y es ahí donde encaja con la actitud nihilista. Pio Baroja (1882-1956) en su novela “El árbol de la vida” también plantea este sentimiento de preguntarse como ser humano si la vida tiene algún sentido. A esta pregunta Ortega y Gasset (1883-1955) responde que la felicidad consiste en hallar en la existencia “alguna cosa capaz de absorber nuestra actividad”.
Cómo vemos con estos limitados ejemplos, el pensamiento nihilista esta presente en el ser humano desde el principio de nuestra existencia.
¿Cómo se refleja el pensamiento y la actitud nihilista en el arte en general y en la pintura en particular?
La corriente de abstracción minimalista es una forma directa de representación del nihilismo pasivo. Es la pretensión activa de querer a la NADA, aceptando el concepto NADA no como omisión o privación, sino como ausencia del TODO.
Es una forma de entender y ordenar el espacio de forma limpia, librándose de elementos innecesarios y dejando solo la esencia de un objeto. Se trata de un movimiento artístico desarrollado en los Estados Unidos en los años sesenta del siglo pasado y representa un rechazo al consumismo del Pop Art y el excesivo academicismo del expresionismo abstracto. Este y otros movimientos artísticos nacen en los años posteriores a la segunda guerra mundial, lo que genera una juventud melancólica y herida que se pregunta por las cuestiones básicas que plantea el nihilismo.
Para entender cómo es posible representar la actitud nihilista mediante el movimiento de abstracción minimalista debemos enfocarnos en la figura de Frank Stella (1936). Este artista norteamericano comenzó con obras de expresionismo abstracto pero terminó con este género y comenzó a madurar la idea de cuadro como esencia en sí misma, como objeto que no de- sea representar nada. “Lo que ves es lo que es”.
Son cuadros de líneas geométricas puras y en cierto modo hipnóticas. En la obra Chocorrua (1966), Stella refleja dos elementos fundamentales del minimalismo. Por un lado la estructura geométrica simple, con ausencia de expresión. En segundo lugar, el apoyo geométrico, implicando formas muchas veces antagónicas, como es en este caso el triángulo incrustado en un cuadrado destruido por esta dramática invasión.
En la obra Zambezi (1959), Stella llega a una expresión más íntima del minimalismo basado en ese nihilismo pasivo al que nos referíamos antes. Se trata de una obra complemente negra en la que fluyen de forma coordinada y completamente estructurada las líneas, siempre separadas pero convengentes en su vértice, formando triángulos crecientes y opuestos. El pensamiento nihi- lista pasivo es un pensamiento de rechazo a la totalidad, falta de interés en todo, atracción por la NADA como querencia única y universal. Ese pensamiento se refleja directa y apasionadamente en esta obra que expresa una carencia de todo lo visible y externo, encauzando todo hacia unas líneas ordenadas y confluentes pero que divergen entre si y de imposible unión. “lo que ves es lo que ves y no, hay nada más” como en la propia existencia para el nihilista pasivo.
John McCracken (1934-2011) artista norteamericano, desarrolló a partir de 1960, una forma pictórica basada en la mezcla de la escultura y la pintura, con sus famosos tabloides rectangulares con formas arquitectónicas básicas, fundamentalmente el rectángulo estrecho y largo, monocromático, ocupando un lugar tridimensional.
En la obra Flash (2002) vemos una representación pura del arte de McCraken. El tablón monocromático refleja una apatía por el desarrollo de la expresión. Un desinterés por el reflejo de algo vivo. Lo vivo y lo existente carece de interés para el autor. La obra apoyada directamente en el suelo nos da una idea de la iniciativa poco evidente de sublimar la propia obra. Hasta la obra carece de interés, como la propia vida para el nihilista pasivo.
En cierto modo, la actitud del nihilista pasivo puede esconder estados depresivos más o menos evidentes. La pérdida de interés por todo, la querencia a la NADA pueden terminar con un sentimiento de inestabilidad constante a la propia existencia.
En la mi serie Figuras vacías se expresa de modo completamente involuntario ese sentimiento nihilista. La obra Facies IV está realizada con técnica mixta. Sobre un fondo obscuro, tendente al negro absoluto, pero sin llegar a él, aparecen tres figuras sobre tres lienzos rectangulares de formato grande. Las facies representadas son completamente neutras, desfiguradas, carentes de emoción y sentimiento alguno. Son representaciones de la inexistencia, de la caducidad de la propia vida. De un estado, en fin, carente de interés absoluto. Puro nihilismo.