
Fue hace ya unos meses. En un Colegio Oficial de Dentistas muy significado de la mitad Sur de nuestro país.
Una Fundación de Odontología Social, también muy reconocida y significada, incluso en el ámbito latino americano, le hizo entrega de un pequeño detalle como expresión de un enorme mérito y justo reconocimiento. Estuvieron presentes importantes autoridades colegiales y académicas nacionales y representantes internacionales de una Academia internacional de Odontología. Además de los y las colegas y un buen número de amistades, le acompañaba su mujer, compañera fiel, sin la que es difícil que viaje. El, que es dentista aunque ya no ejerce, se emocionó, sobre todo, cuando tuvo que expresar unas palabras de agradecimiento. Todos los que estábamos allí pudimos comprobar que su ADN es más propicio a dar que a recibir, a servir que a servirse.
Médico de profesión, tiene una marcada vocación de servicio, pero con un talante muy empático que expresa en una singular forma de preocupación por cuidar a las personas a las que aprecia, por lo que más bien podría parecer que fuera un enfermero curtido en el complejo manejo de los pacientes frágiles en las plantas de hospitalización. Se hizo dentista estudiando Estomatología en un país lejos del nuestro, pero el conocimiento y el ejercicio de la Odontología nunca debilitó en él su perfil de médico, más próximo al de un médico de cabecera de los de antes que un especialista de los de ahora. Por eso tiene una especial capacidad para escuchar, siempre con paciencia y atención, mirando a los ojos de su interlocutor como si estuviera escudriñando un diagnóstico sea cual fuere el motivo de la conversación. Y también quizás por eso, es algo parecido a un Séneca a la hora de aconsejar. No lo hace dando consejos ni pontificando, pero sí con tal seguridad que parece que sus pronósticos partieran del conocimiento profundo y anticipado de la cuestión de que se trate. En definitiva, es una de esas personas que te transmiten la sensación de que cada vez que llegan a la encrucijada de los “senderos que se bifurcan” que diría mi amado Jorge Luis Borges, acierta con el camino que elige y, por lo tanto, es fácil confiar en que, si se sigue su criterio, se acertará ante la incertidumbre. Pero en ningún caso él es un “coach” ni nada similar, porque se expresa con tanta humildad que su convencimiento se convierte en realidad en persuasión y a una le apetece seguirle como si fuera el flautista de Hamelín.
Con estos componentes básicos de su personalidad a nadie puede extrañarle que trabajara en el sistema sanitario público de su comunidad autónoma durante muchos de los años de su ejercicio. De hecho, en tan sólo cinco minutos de conversación con él, sea el que sea el tema de la misma, enseguida le aflora el convencimiento profundo de los valores del mismo, siendo un firme defensor de la equidad, el acceso universal, la igualdad y la calidad de la asistencia, sin que rebase en ningún momento los márgenes de la argumentación objetiva y contrastada o, lo que es lo mismo pero, dicho con otras palabras, sin expresar ningún atisbo de su adscripción ideológica o política.
Aunque también trabajó en la práctica privada de la Odontología, no fue ésta su principal prioridad y, de hecho, no agotó sus años profesionales en la misma. Sí que hay que reconocer que los mismos valores que inspiraban su desempeño clínico en su centro de salud, eran los que desarrollaba en su práctica privada. Por eso, era de esos dentistas que siempre se colocaban en el lugar de los pacientes y fácilmente se veía envuelto en la transferencia de los problemas de éstos hacia él. También quizás por eso, cuando decidió poner fin a su etapa como dentista con ejercicio privado, donó todo el equipamiento de su consulta a una Fundación.
Durante un buen número de años fue Presidente del Colegio Oficial de Dentistas de su ciudad. Ahí le conoció una servidora por primera vez. Y desde ese primer día, siempre me pareció un presidente colegial distinto. A este respecto, destacaría que era un presidente de los que me gusta identificar como “salmón”. Es decir, altamente audaz, siempre situado en las embocaduras y en los deltas de los grandes cauces de poder y muy hábil a la hora de nadar (circular) contra corriente. Institucionalmente correcto, sus principios y valores (algunos de los cuales ya me he atrevido a expresar) le impedían ser gregario por dos motivos fundamentales. De un lado, porque lo suyo nunca ha sido estar en el pelotón. Y de otro, porque es de esas personas que siempre preferirán estar sólo que mal acompañado.
Ya se pueden imaginar que alguien así lleva una doble papeleta en la lotería de la vida (recuerdo de nuevo a Borges). Una papeleta le va a permitir tener grandes amigos, pero la otra es para no poder evitar tener también importantes enemigos. Aunque él cultiva los primeros e ignora a los segundos y lo hace con tal destreza que los primeros le adoramos y los segundos se desconciertan.
La última fase de su vida profesional sigue ligada a la Odontología, digamos que sin ser médico estomatólogo no podría haberla desarrollado nunca. Como tampoco la mariposa hubiera podido nunca volar si no se hubiera arrastrado antes por el suelo como un gusano de seda. Sin su profundo conocimiento del mundo de la Odontología en todas sus vertientes: clínica, académica, investigadora, colegial, institucional y social y sin el conocimiento exacto de sus principales actores interactuantes: pacientes, profesionales, instituciones oficiales e industria no habría tenido el éxito que ha llegado a alcanzar y que parece no tener límite como cuando uno camina hacia el horizonte. Me refiero a su rol como Editor y Director de una de las principales cabeceras periódicas de la Odontología. Su revista aborda todas las dimensiones del ejercicio de la Odontología y es un claro referente nacional para toda la profesión, una magnífica caja de resonancia para las sociedades científicas y prácticamente una especie de newsletter y podcast a la vez de todo lo que tiene relevancia profesional y social en la Odontología. En definitiva, si va a ocurrir y se anuncia o si ha ocurrido y se refleja en su revista, pueden tener la seguridad de que va a ser o ha sido importante.
Podría seguir escribiendo sobre él, pero estoy segura de que me va a leer y conociéndole, no quiero que se ponga colorado o que utilice sus resortes para que este artículo de opinión no se publique, por ello voy a parar aquí. Pero como no quiero dejarles con la duda de la identidad real de la persona de la que les estoy escribiendo les daré la pista definitiva que complementa el título de más arriba. La cojo prestada de mis admirados Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, cuando el primero dijo del segundo: “Mi primo el Nano, que no me toca nada y es mi hermano”. Pues eso, ahí la tienen, a mí él tampoco “me toca nada y es mi hermano”. Seguro que ya saben a quién me he referido. Hoy era de justicia hacerlo.