LA PINTURA MODERNA. ¿CÓMO PODEMOS DEFINIRLA? PARTE II. EL REALISMO EN LA PINTURA MODERNA.

Juan Alió Sanz
Profesor titular Odontología Universidad Complutense de Madrid
Artista Pintor

En mi anterior artículo (Odontólogos de hoy. Vol 10, No 50. Noviembre-diciembre 2021. Dental Tribune. 23 enero 2022) comentaba las dos características esenciales que definen a la pintura moderna y que, unidas o independientes, confieren una identidad.

Por un lado, lo moderno se identifica con la técnica utilizada, es decir, la técnica nos proporciona una determinada forma de expresión.  La segunda característica es el tema que se expone y se transmite. En relación con esta segunda característica, podemos decir que cuando representamos paisajes, bodegones, marinas…etc. estamos en un mundo académico y clásico. Si pretendemos que nuestra pintura sea calificada como “moderna” tenemos que representar y expresar algo de la sociedad actual, algo que identifique la obra de forma indiscutible como actual. 

Adolphe Bouguereau. “Dante y Virgilio en el infierno”.(1850)

Para entender bien este concepto podemos comparar dos obras de dos artistas que, prácticamente fueron coetáneos. Por un lado Adolphe Bouguereau y su obra “Dante y Virgilio en el infierno” y por otro lado a Vincent Van Gogh en “Los comedores de patatas”. El primero representa el más puro académico en una representación clásica. El segundo representa una imagen de la sociedad en la que vivía el propio artista. En realidad, el arte moderno fue una innovación del arte tradicional buscando una ruptura de las limitaciones que imponía el arte clásico, el arte académico puro.

La evolución natural del denominado arte moderno fue hacia la abstracción (Ver artículo: Juan Alió. Plaza abierta Magazine. “El arte abstracto, una evolución hacia el sentimiento” 2 de febrero 2021)

Sin embargo, existen movimientos en el más puro “realismo” que están definidos como arte moderno precisamente por el tema que tratan y que se alejan de esta evolución natural hacia la abstracción.

Vincent Van Goth. “Los Comedores de patatas”. (1885)

En este contexto, podemos decir que  existen tres movimientos que representan en toda su expresión el desarrollo del arte moderno y que están definidos por el realismo sin caer en el academicismo. 

Uno de ellos es el SURREALISMO. Movimiento que nació en París tras la I Guerra Mundial y que es un movimiento artístico plástico y literario. Sus representantes más importantes fueron Max Ernst, Salvador Dalí, René Magritte, Joan Miró, Paul Delvaux, Frida Kahlo, Jean Arp, Leonor Fini, Alberto Giacmetti, Vito Campanella, entre otros. Lo que el surrealismo pretendía era romper los límites de la razón en lo que se refiere a la expresión artística. Se trata  de realizar una pintura realista saliendo de los cánones de la realidad visual y adentrándose en la realidad onírica, emocional o sencillamente intrínsecamente sensorial.

En realidad, el Surrealismo nació con el escritor francés André Bretón el cual definía este movimiento como “Automatismo psíquico en su estado puro, por el cual uno se propone expresarse verbalmente, mediante la palabra escrita o de cualquier otra manera, lo que realmente ocurre con el pensamiento.»

En España, los dos representantes principales de este movimiento fueron Salvador Dalí y Joan Miró. El primero, con una técnica perfecta, representa la realidad particular sentida por el propio artista. Joan Miró, con una técnica más pristina, casi infantil, se acerca al mundo onírico rompiendo los moldes de la representación real. 

Salvador Dalí. “Relojes Blandos” (1934)

En el cuadro “Relojes Blandos” (Dalí, 1931) observamos cuatros relojes en un marco desértico, tres de ellos derretidos por el calor o el tiempo y el cuarto, no derretido pero lleno de hormigas. Este cuadro puede tener una gran carga simbólica que, el propio autor desdeñaba. 

En la obra de Miró se adivinan figuras y composiciones, pero no dejan de ser interpretaciones del espectador. En sus obras se siguen unos parámetros únicos y extremadamente personales. 

En la obra «Escalera Cruza el Azul en Rueda de Fuego» podemos adivinar la escalera y el fuego pero el artista nos deja libertad para que en nuestra mente se forme otra imagen, personal y única. Es un exponente de lo que he venido en llamar la “pintura liberal” en contraposición con la “pintura dictatorial” en la cual, el artista nos obliga a ver lo que él ha representado, sin ningún tipo de margen a nuestra propia iniciativa (Ver artículo: Juan Alió. Plaza abierta Magazine. “El arte abstracto, una evolución hacia el sentimiento” 2 de febrero 2021)

Max Ernst “La reunión de amigos” (1922)
Joan Miró. «Escalera Cruza el Azul en Rueda de Fuego” (1953)

Profundizando en el mundo de los sueños, Max Ernst expresó en sus obras en mundo extradimensional que caracteriza al espacio onírico. Esta intención extradimensional la vemos perfectamente reflejada en su obra “En la reunión de amigos”

Una obra onírica donde las haya. Un entorno nocturno puro junto con la montaña hielo del fondo izquierda y el teatro con la mesa del comensal en la parte inferior. Los amigos de distinto tamaño  y en situaciones absurdas. 

Otro gran representante del surrealismo es René Magritte, pero, en este caso, lo que el artista nos trasmite no es una representación de los sueños sino más bien una realidad virtual que, por absurda, solo puede existir en nuestra propia imaginación. Magritte lo que pretendía, y sin duda consiguió, fue la manipulación de la imagen cotidiana llevándola al absurdo y cargada de ironía. En la obra “Los amantes” (1928) Magritte nos expone la contradicción absoluta en una pareja de amantes que se están besando pero con el obstáculo evidente de algo (las capuchas) que les impide el beso. Obra cargada de ironía y contradicción.  

Otro movimiento artístico que representa la realidad, esta vez a partir de conjuntos nuevos es el ORFISMO O CUBISMO ORFICO. Dentro de este movimiento artístico, definido por Apollinaire en 1913, podemos encontrar a autores como  Fernand Léger, Francis Picabia, Marcel Duchamp y, sobre todo, al matrimonio Delaunay, Sonia y Robert. En realidad, este movimiento intenta crear una realidad, a veces muy escondida, a partir de elementos nuevos, originales del propio artista. 

Robert Delaunay. Torre Eiffel (1910)
René Magritte. “Los amantres” (1928)

En el cuadro “Torre Eiffel” (1912) Robert Delaunay nos muestra la realidad de una torre Eiffel prácticamente derrumbada, destruida, fragmentada. La representación de la torre juega con yuxtaposición de diferentes perspectivas, puntos de fuga inverosímiles, dando la apariencia  de una visión extraña y alucinada. 

En palabras del propio Delaunay en el Orfismo  “las relaciones cromáticas se utilizaban como elementos constructivos autónomos y eran la base de una pintura que había dejado de ser imitativa”. Asimismo continuaba, » Los colores expresan juegos, modulaciones, ritmos y  equilibrios , fugas, honduras, oscilaciones, acordes, unión monumental , es decir: orden”

Francis Picabia también desarrollo este movimiento aunque luego fue explorando otras corrientes. En “La mujer de las cerrillas II” vemos una representación personal del Orfismo. La obra nos representa una figura humana femenina pero elaborada con estructuras y conjuntos personales.  

Francis Picabia. “La mujer de cerillas II” (1924)

Dentro de los movimientos que podemos llamar realistas de la pintura moderna, tenemos que citar al denominado REALISMO AMERICANO del que un representante máximo es Andrew Wieth. En la obra de Wieth se expresa el realismo con un tinte moderno, actual y con una técnica muy depurada. En la obra “El mundo de Cristina” (1948) vemos la imagen de una vecina suya aquejada de una enfermedad desconocida tirada sobre la hierba intentando llegar a su casa, la cual está bastante alejada. La imagen débil de la protagonista de la obra nos trasmite la propia limitación humana ante los imponderables que, en este caso, es la propia enfermedad. Cristina tiene un vestido rosa que nos refleja la propia debilidad, con unas extremidades delgadas y débiles. El entorno trasmite soledad y angustia. Tal vez, esta obra sea una representación de nuestra propia debilidad frente al entorno que nos rodea y que, en muchos sentidos, el ser humano se cree que puede llegar a dominar.

Andrew Wieth. “El mundo de Cristina” (1948)

Dentro de este movimiento de Realismo Americano, tenemos un representante primordial que es Andrew Hopper, el cual refleja en sus obras la propia soledad de la sociedad estadounidense. 

En “Noctámbunos” aparece una imagen de un bar en una noche solitaria. En el exterior del establecimiento, la noche impregna todo el entorno con la soledad absoluta de la calle desierta. En el interior del bar, los personajes aparecen también cargados de soledad. No hay intercambio de palabras ni miradas. Ni tan siquiera la pareja del fondo parecen tener alguna conversación entre ellos. Ambos miran al frente de forma directa y ausente del entorno. Lo que Hopper trasmite al espectador es la angustia de la soledad, en una sociedad actual que parece comunicativa y solidaria pero que no es más que un reflejo completamente equivoco, irreal. 

Juan Alió. La cumbre (2002)
Andrew Hopper. “Noctámbulos” (1948)

Hace ya unos años desarrollé una serie denominada “Figuración imaginativa” en la cual intentaba plasmar de una forma intuitiva, pero con querencia realista, una serie de sueños que me invadían con cierta frecuencia. En el cuadro “la cumbre” se refleja una cumbre montañosa en la cual, en su cima, reina un castillo en parte derruido. Esta cumbre queda envuelta y amenazada por una serie de tentáculos indefinidos y misteriosos que la embargan y la van constriñendo. En la parte inferior del cuadro se observa como esa amenaza ya ha tenido su resultado destructivo, dejando que un color indefinido malva-rojizo transforme la belleza de la propia montaña. La parte superior de la cumbre no es capaz de adivinar la tremenda amenaza que se ciñe sobre ella.