La buena siembra

F. JAVIER CORTÉS MARTINICORENA
F. JAVIER CORTÉS MARTINICORENA ESTOMATÓLOGO. DOCTOR EN MEDICINA Y CIRUGÍA

Al Dr. Federico Simón Salazar, impulsor del PADI

“Euskadi cuenta con el mejor índice de salud bucodental infantil del Estado”. En estos o parecidos términos define el Departamento de Salud del Gobierno Vasco por boca de su consejero Jon Darpón la salud de sus niños y adolescentes y de su sistema de asistencia dental. Un sistema que atendió el año pasado a casi 130.000 niños y adolescentes y que presenta uno de los índices más bajo de caries entre las regiones de España y de la Unión Europea. Las cifras hablan por sí solas: 74% libre de caries; 92% de los beneficiarios ha utilizado el sistema en algún momento de su vigencia; y de media lo ha hecho 6,4 veces de las 9 posibles (9 años de vigencia para cada cohorte entre 7-15 años de edad).

Dice un aforismo muy conocido que “de buena semilla, buena cosecha”. Claro que la primera premisa es sembrar si luego quiere uno recoger; a lo que podemos añadir aquello de “…tan solo siembres lo que puedas abonar.” Y esto es lo que ocurre en salud dental en el País Vasco. Los sistemas, como los sembrados, no se mantienen solos, los mantienen las personas. Son las personas las que abonan y mantienen el sistema y si este es bueno, los resultados terminan por llegar. Hasta tal punto que el consejero Darpón dice que “…la labor de estos profesionales concertados, que llega al 94% de las intervenciones, es una de las razones del éxito del programa”. Sin olvidar claro está la labor de sus gestores que ha sido la otra pata del sistema. El gestor es pieza clave en el buen funcionamiento de los servicios.

Si echamos la vista atrás, la comunidad autónoma del País Vasco inició, estrenada la década de los noventa, un sistema de atención dental dirigido a la población infantil y juvenil basado en la concertación de recursos públicos y privados. No fue una siembra fácil, estuvo rodeada de polémica y de palos en las ruedas; el establishment no lo vio con buenos ojos. Pero la semilla era buena, las personas que lo han mantenido eran y son competentes y hoy puede, orgullosa, mostrar estos excelentes resultados.

El sistema era bueno. Yo defiendo que es el que mejor se adapta a la asistencia odontológica por muchas razones. Es bueno de inicio porque aúna lo mejor de dos sectores: el público con su capacidad de gestionar las necesidades de la población, y el privado porque pone a disposición del primero toda su capacidad de intervención. Es bueno porque, al recurrir a la concertación, evita la creación de una nueva y extensa red asistencial incurriendo, de no ser así, en una duplicidad de redes asistenciales.

La diversidad y extensión de red de clínicas privadas es una característica del sistema odontológico aquí y en cualquier país del mundo desarrollado. Por tanto, no era lógico, ni coherente, ni eficiente, pedir a la comunidad el esfuerzo económico de duplicar una red queya existe. Es bueno porque esa extensa red acerca el servicio a cualquier lugar de la geografía; y lo acerca no sólo físicamente si no porque puede ofrecer un amplitud de horario mayor que el sistema público. Y esto es bueno para el usuario. Pero, desde el punto de vista de la práctica, es bueno porque el trabajo en odontología, que es en un 80% la atención primaria dental, difiere y mucho de la atención medica general y pediátrica en particular. En primer lugar porque la esencia de la práctica odontológica es en su mayor parte quirúrgica, con un gran componente manual; que utiliza una gran diversidad de utillaje, una gran diversidad de técnicas y de medios tecnológicos; que necesita unos medios y unos modos muy a la medida de cada profesional; un enclave físico muy particular; una coordinación con el personal auxiliar para el trabajo a cuatro manos que es como se realiza la buena odontología; y algunas razones más. En definitiva, el dentista necesita un gabinete hecho a su medida. A partir de esta realidad, concertar el servicio es una buena solución.

Y, por último, es bueno por encima de todo porque ayuda a crear buenos hábitos en salud y, por tanto, a mantener una buena salud dental. Promueve la asistencia al dentista desde una edad temprana. Si algo sabemos de las enfermedades dentales es que son en su mayor parte prevenibles, las que mayor índice de evitación tiene entre las enfermedades del ser humano. Los hábitos para la evitación de la caries y la gingivitis se adquieren en la primera infancia y el PADI ayuda a crearlos.

¿Ya está todo hecho?: creo que no, todavía queda por hacer. Así lo entienden sus gestores y por esa razón anuncian algunas iniciativas para mejorar el servicio. Quizás la más importante mejorar su tasa de utilización anual que actualmente es de un 67% (es decir, 67 de cada 100 utilizan cada año el sistema dental) con el objetivo de llegar al 80%. Otra reforma necesaria es establecer los mecanismos para llegar mejor a las capas más desfavorecidas y con más índice de enfermedad. También anuncian una nueva encuesta epidemiológica para actualizar índices de caries y detectar posibles nuevas necesidades. A ver si otras comunidades toman ejemplo y salen de su letargo. Por no hablar del Ministerio de Salud que ni está ni se le espera. ●