Hablamos con Miguel Roig Cayón

Presidente de la Sociedad Española de Prótesis Estomatológica y Estética

Catedrático y Jefe de Área del Departamento de Restauración Dental de la Universidad Internacional de Cataluña (U.I.C.) y Presidente de la Sociedad Española de Prótesis Estomatológica y Estética.

Con un currículum brillante desde que terminó sus estudios de licenciatura en medicina en 1986 y posteriormente curso la especialidad de estomatología en la Universidad de Barcelona (1988), Doctor en Medicina y Cirugía UB 1992, defendida en UB, estudio  realizado en University of Texas Health Science Centre at San Antonio (EE.UU.) y Profesor visitante en varias universidades, su última aportación a la profesión ha sido en la presidencia del Congreso Mundial de Estética Dental 2019 en Barcelona.

El Doctor Roig aprovecha la entrevista para recordar con cariño, respeto y admiración al Profesor Cortada, artífice de los inicios de odontología en la U.I.C. Desde Odontólogos de hoy aprovechamos la ocasión para unirnos en el recuerdo a tan magnífico profesional y gran persona.

¿Cuál es su valoración como presidente de SEPES del congreso celebrado el pasado octubre en Barcelona?

Estamos muy satisfechos de haber podido traer a España y a Barcelona un congreso de este nivel. Y muy agradecidos por la respuesta de los profesionales y la industria. Más de 4200 asistentes, más de 100 ponentes y 70 espacios para la industria dan idea de la dimensión del evento. Pero desde SEPES nuestra mayor satisfacción es que los que participaron nos han dado una visión muy favorable del encuentro, donde encontraron respuesta a sus inquietudes clínicas y orientación a sus decisiones profesionales. A la vez sirvió, y es muy importante, para dar valor a la odontologia española, hoy a un nivel espectacular.

En su opinión ¿Qué interés muestran los dentistas españoles por la formación continuada?

Estar al día en nuestra profesión actualizándonos en las técnicas, materiales y nuevas tecnologías que van apareciendo y desarrollándose en el mercado es, podríamos decir, una obligación más allá de un interés relativo que pudiéramos mostrar por la formación continuada. Estamos obligados por el bien de nuestros pacientes a reciclarnos. El interés en estar al día es obvio, el gran número de cursos que a lo largo del año se programan a través de los colegios, sociedades científicas, empresas y centros privados y que en todos ellos haya demanda así lo acredita. ¿Cómo ve usted el momento actual de la profesión? ¿Ha cambiado mucho desde que terminó sus estudios de especialidad? Sin olvidar los grandes retos a que nos enfrentamos, la profesión vive hoy su mejor momento. No hablo en términos económicos o de mercado, sino en términos estrictamente profesionales. Las herramientas diagnósticas y técnicas clínicas a nuestro alcance, y la innovación constante en la que estamos inmersos, hacen que este sea un tiempo fantástico para los que amamos la profesión. Y en consecuencia los cambios técnicos han sido enormes. De las técnicas clínicas que aprendí en la Escuela de Estomatología, en 1988, apenas sigo utilizando dos o tres (extracciones, anestesia y poco más). Pero sí siguen siendo plenamente vigentes conceptos básicos, aprendidos también en la Escuela, fundamentales en mi quehacer diario. Y en paralelo a esa revolución tecnológica, hemos vivido grandes cambios sociales, especialmente los derivados de la irrupción de Internet y las RRSS. Todo ello ha impactado enormemente en la profesión, y permite simultáneamente una rápida implementación global de las innovaciones y una mejor comunicación con nuestro entorno. Y ambos aspectos enriquecen la profesión y contribuyen a mejorar la salud oral de la población.

¿Considera que la ética y los resultados económicos conviven en armonía en el momento actual?

Ética y rendimiento económico no tienen por qué ser conceptos antagónicos. Todo buen trabajo, en el ámbito profesional que sea, tiene el derecho a ser bien remunerado. Lo que sí es importante es conseguir que las decisiones clínicas se continúen rigiendo por criterios médicos, y no por presiones económicas, que se pueda seguir el ritmo de desarrollo que las nuevas tecnologías imponen, o que las altas inversiones que todo ello exige no alejen del mercado o de la toma de decisiones a los dentistas que buscan el ejercicio liberal de la profesión. Si no, se corre el riesgo de convertir al paciente en un cliente, y en ese instante muchas de las decisiones pasan a ser guiadas por criterios económicos, poniendo en riesgo la salud de la población. Ya ha ocurrido alguna vez y hemos podido verlo en directo en los telediarios.

Estar al día en nuestra profesión actualizándonos
en las técnicas, materiales y nuevas tecnologías
es una obligación

El trabajo hoy en día está vinculado al desarrollo de protocolos. ¿Cree que esta manera de trabajar está mejorando los resultados?

La improvisación puede estar bien puntualmente, pero para dar un trabajo de calidad de forma predecible y rutinaria es imprescindible desarrollar protocolos de trabajo contrastados por la experiencia y la bibliografía. No siempre es sencillo, más en estos tiempos de cambio acelerado. Pero es la fórmula para ser eficaces, eficientes, predecibles y a la vez, y es muy muy importante en sanidad, para preservar la seguridad de nuestros
pacientes. Tenemos que acostumbrarnos a protocolizar todos los actos clínicos si queremos dispensar tratamientos de calidad. Y esto, que es como digo fundamental es la clínica diaria, tenemos también que saber transmitirlo a nuestros alumnos en la universidad. Trabajar con protocolos es, insisto, la clave de la calidad.

Proyectos como el congreso que acaban de celebrar en Barcelona cuentan con el apoyo de la industria. ¿Cómo son las relaciones de su sociedad científica con la industria?

Sin duda, una relación de apoyo mutuo y de agradecimiento incondicional de SEPES hacia las dieciséis empresas que nos acompañan a lo largo del año en nuestros eventos. Sin el apoyo de la industria podríamos asegurar que no podríamos hacer la gran parte de lo que ofrecemos a lo largo del año a nuestros socios, principalmente nuestro congreso anual. Pero es que, además, la industria juega un rol fundamental en el desarrollo de la profesión, lo que exige ir de la mano con ellos para poder afrontar los retos profesionales a que nos enfrentamos.

Dentro de la Universidad Internacional de Cataluña, la Facultad de Odontología comenzó su andadura como centro formativo en el año 1997. ¿Cuál es su valoración de la trayectoria de la Facultad de Odontología?

Al artífice de la Facultad de Odontología de la UIC, Profesor Cortada, tristemente fallecido en febrero pasado, le encantaba repetir la frase “soñad y os quedaréis cortos”. En el caso que nos ocupa, tenía toda la razón. Cuando entré por primera vez en lo que serían las instalaciones de la Facultad, una nave vacía y a oscuras con una única y lúgubre bombilla colgando de un cable en lo que hoy son más de 60 boxes de trabajo, aulas, laboratorios y demás instalaciones, y me dijo que en tres meses debería tener un programa de posgrado de primer nivel preparado para empezar, estuve por salir corriendo. Me pareció una locura, pero gracias a Dios acepté el reto, y hoy, todavía con asombro, escucho a alumnos hablar en multitud de lenguas en los pasillos de la Facultad, asisto perplejo a las sesiones clínicas donde los posgrados de las diferentes especialidades presentan casos de enorme complejidad, saludo a pacientes felices que muestran cariño y agradecimiento a los dentistas en formación, leo con admiración las muchas buenas publicaciones que salen de los diferentes departamentos, y me sorprenden allá donde vamos los comentarios positivos con que nos regalan los oídos. Porque si bien yo soñaba mucho, también es cierto que me quedé muy muy corto. La verdad es que esta historia de la UIC es una historia de éxito, un éxito no del que presumir, sino del que aprender. Aprender que del trabajo serio, en equipo, no orientado al interés personal, y con amplitud de miras, salen frutos. Y sin olvidar que no se vive de las rentas presentes, que hay que seguir pedaleando para no caerse de la bici.

Al Profesor Cortada, le encantaba repetir la frase
“soñad y os quedaréis cortos”

¿Cuáles son los “puntos diferenciales” que ofrece la Facultad de Odontología de la UIC a los estudiantes que deciden estudiar en este centro? ¿Cuál es la filosofía y los valores que tratan de transmitir a sus estudiantes?

La UIC (y leo de la web) “es una entidad sin ánimo de lucro, que se propone prestar un servicio a la sociedad mediante la realización de tareas docentes y de investigación científica dirigidas a la capacitación profesional y la formación científica, cultural y humana de su alumnado, así como al desarrollo de actividades solidarias, culturales y sostenibles”. Esta misión impregna todas las acciones de nuestro centro, y, si bien las personas nos podemos equivocar y no estar a veces a la altura de las circunstancias, el balance global para los alumnos es altamente positivo. Por ello se busca fundamentalmente tratar de ayudar al crecimiento personal, porque nada es más importante que ser buena persona. Ser buen profesional y ser buena persona es indisociable. Tratamos también de que  aprendan a poner al paciente en el centro de todas las decisiones. Y que entiendan que el paciente merece recibir los estándares de calidad asistencial que la odontologia de hoy permite, y ello sólo es posible desde la interdisciplinariedad. Las puertas abiertas de los distintos departamentos y sobre todo de los programas de posgrado facilitan al alumno de grado la comprensión de esta visión por la exposición constante a la variedad de opciones terapéuticas. Eso, unido a unas instalaciones modernas y en constante actualización, dotadas de los recursos tecnológicos que hoy son estándar, hace que la experiencia de estudiar odontologia en la UIC merezca la pena.

¿Cómo ha evolucionado el programa docente de la Facultad de Odontología desde sus inicios? ¿Qué formación práctica reciben los estudiantes de Odontología de la UIC?

La juventud de nuestro centro nos ha dado flexibilidad en la adaptación a las necesidades. Se ha conseguido construir un programa muy orientado al ejercicio profesional de calidad con un modelo centrado en el paciente y en un entorno interdisciplinar. Costó construir una clínica odontológica interdisciplinar y no dividida en departamentos, y ello en paralelo a una formación de posgrado especializada de alto nivel. Pero no nos conformamos con lo que tenemos. Nos gustaría que realizasen más prácticas todavía, y la fórmula para conjugar el desarrollo de las habilidades sensitivo-motoras necesarias con la seguridad para el paciente probablemente pase por implementar sistemas de aprendizaje con realidad virtual. En ello estamos trabajando.

La profesión vive hoy su mejor momento, en
términos estrictamente profesionales”

La formación de postgrado que ofrece la UIC es uno de sus puntos fuertes. ¿Cuáles son las áreas más demandadas por los estudiantes? ¿Qué volumen de estudiantes de postgrado extranjeros hay en la UIC?

El Dr. Cortada quería una Facultad de Odontología de primer nivel. Y él siempre pensaba en primer lugar en el grado. Quería que los licenciados de la UIC (hoy graduados) fuesen del mayor nivel posible. Y entendió que la fórmula para ese crecimiento, a mi juicio con buen criterio, era la existencia de unos posgrados fuertes que hiciesen elevar el nivel del grado. Siempre pensó en el posgrado como un instrumento de mejora constante del grado. Era una apuesta por la calidad, con una inversión considerable, pues los posgrados de odontología a tiempo completo con número restringido de alumnos (esa fue nuestra apuesta) no son competitivos comercialmente ni probablemente rentables si se someten a un análisis exclusivamente financiero. Y esa apuesta por los posgrados servía también a dar un servicio a la sociedad, al proveerla de profesionales altamente cualificados para la atención adecuada de los problemas bucodentales de mayor complejidad. La verdad es que el resultado no ha podido ser más satisfactorio. Esa apuesta por la calidad ha hecho que una amplia mayoría de los alumnos de máster son ahora extranjeros, procedentes de todos los rincones del mundo. No sólo de la Europa comunitaria o Hispanoamérica, sino también de Europa del Este, Medio Oriente, África y Asia. Son programas de tres años a tiempo completo con acreditación europea en muchos de los casos (no todas las especialidades lo permiten).

“es importante conseguir que las decisiones
clínicas se continúen rigiendo por criterios
médicos, y no por presiones económicas”

La plétora profesional es uno de los problemas a los que se enfrenta esta profesión. ¿Cree que limitar el número de alumnos que acceden a los estudios de odontología es una solución?

La plétora profesional lamentablemente no es un problema exclusivo de la odontología, sino de muchas titulaciones universitarias. Aunque es cierto que en la odontología, por su especificidad, es especialmente complicada. Es necesaria una reflexión sobre el número de egresados en general de nuestras universidades. Y creo que eso, más que por una limitación directa en el número, debería afrontarse desde la calidad. La universidad debe ser por definición elitista, no desde una perspectiva social o económica, sino intelectual. Es necesario ser muy riguroso con el control de calidad universitaria, exigiendo que las universidades dispongan de profesorado que reúna los criterios de excelencia que un centro
de élite requiere. Profesores que reúnan experiencia profesional, producción investigadora y competencia docente, junto a dotación económica adecuada. No puede ser que la docencia recaiga en manos de recién graduados, con poca experiencia clínica, nula implicación investigadora y poco interés por la docencia. Si se siguen esos criterios no habrá más opción que cerrar centros (privados y públicos, que de todo hay en la viña del Señor) que distan de cumplir los criterios de calidad vigentes, y ello redundará en un número de egresados más razonable y a la vez, más competente. Y no es tan complejo, bastaría con cumplir las normas, que ya están escritas. Pero esa es una decisión política que requiere amplitud de miras.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Mi proyecto profesional no es nuevo, es el de siempre, seguir tratando de ayudar a los pacientes que ponen su salud en mis manos, y seguir teniendo ilusión por conseguirlo. Y transmitir esa ambición y esa ilusión a los nuevos profesionales. Tengo como faro todavía a mi padre, estomatólogo también y fallecido hace 25 años. Apenas pude trabajar con el, pues Dios lo llevó muy pronto. Pero todos los días, todos, casi 25 años después, los pacientes siguen hablándome de él con admiración, afecto y respeto. Es un regalo para mi y a la vez un acicate. Mi proyecto es por ello seguir disfrutando de esta maravillosa profesión el tiempo que Dios me de, transmitiendo a los que vienen el amor por la odontología y por tratar de hacer las cosas bien. Todo lo demás, cursos, docencia o investigación o cargos, son pequeños ladrillos de ese edificio.

A parte de la estomatología que es evidente que le ocupa mucho tiempo, que otras actividades o aficiones tiene?

Me encanta la profesión que ejerzo, pero que no deja de ser un medio, no un fin. Disfruto con mayúsculas con mi familia, donde jamás se habla de dientes (eso me lo inculcó mi padre, nunca se habló de odontología en casa), sino de lo cotidiano y de proyectos de vida. Tengo gracias a Dios magníficos amigos (algunos de ellos, circunstancialmente dentistas) con los que comparto muchas horas. Y con unos y con otros viajo, practico los deportes que puedo (esquiar y navegar siempre me ha encantado) y echo de menos un poco más de tiempo libre. También trato de correr (ahora parece que se llama “running”, lo que no deja de sorprenderme) para mantener un tono físico adecuado, aunque lo hago sin gustarme. Y tengo la suerte de no necesitar emociones fuertes para disfrutar de la vida y estoy encantado con ella.

Díganos para finalizar una recomendación para los jóvenes profesionales que inician su andadura en el ejercicio de la odontología.

Les animaría a no hacer caso de los agoreros. Si de verdad les gusta la profesión, les pediría que creyesen en ella. Que se formasen bien, y fuesen siempre cariñosos y  comprensivos con sus pacientes. Que nunca hablasen mal de los pacientes, que en definitiva ponen su salud en nuestras manos. Que construyan en la medida de lo posible estructuras de trabajo interdisciplinares. Y que se arriesgasen para tratar de ser dueños de su destino, porque es posible tener éxito. Siempre hay oportunidades para los que quieren hacer las cosas bien. Y si los dentistas renunciamos a tomar las riendas de nuestra profesión, vendrán otros a tomarlas.