Hablamos con José Luis Gutiérrez Pérez

Decano de la Facultad de Odontología, Universidad de Sevilla. 

 

Catedrático de la Universidad de Sevilla con plaza vinculada al Hospital Universitario Virgen del Rocío. Hacemos un recorrido por algunos de los temas más candentes de la profesión odontológica y en especial de la Cirugía Bucal, de los que nos ofrece respuestas que además de sinceras, llegan a ser lecciones magistrales sobre la actualidad de la profesión. Su currículo no nos cabe en estas páginas y es sobradamente conocido, innecesario describirlo para alguien tan poco o nada dado a la figuración. Actualmente es el Decano de la Facultad de Odontología de la Universidad de Sevilla. En la entrevista se nos define como “un médico cirujano oral y maxilofacial y dentista que trata de ayudar a sus pacientes y enseñar a sus alumnos y colegas”, como perfil profesional ahí queda, pero si hay que poner un perfil personal conociéndole, le ponemos el de un “Servidor Público Vocacional”, dispuesto a servir a la sociedad donde sea requerido, cosa que siempre consigue con sobrada dedicación y eficacia.

          

La SECIB ha presentado “La Guía Práctica Clínica (GPO) “Atención Odontológica al paciente con cáncer oral”, trabajo que ha dirigido usted. ¿Qué objetivos esperan alcanzar con este trabajo?

Quizás podríamos condensar en tres los objetivos principales por los que me pregunta:

El primero de ellos podría resumirse en ofrecer a la profesión odontológica un instrumento valioso para reducir la variabilidad en la práctica clínica relacionada con el cáncer oral. 

El segundo de los objetivos principales se centraría en incrementar la seguridad de nuestros pacientes a través de la práctica de una asistencia sanitaria de calidad evaluada y contrastada.

En tercer lugar, nuestra Guía de Práctica Clínica persigue el objetivo de ayudar a los profesionales y a los propios pacientes a adoptar las medidas más adecuadas ante problemas clínicos específicos relacionados con la atención odontológica en pacientes que padecen cáncer oral.

Las Guías de Práctica Clínica representan un elemento nuclear de la Odontología basada en la evidencia científica … suponen para nuestra profesión alinearse con el resto de las especialidades médicas

 El hecho de que haya sido incluida en el Catálogo de Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud. ¿Qué supone para la profesión odontológica?             

Debemos tener en cuenta que las Guías de Práctica Clínica elaboradas con una metodología rigurosa y validada por agencias externas, como las que la SECIB pone a disposición de todos los profesionales que decidan consultarlas, representan un elemento nuclear de la Odontología basada en la evidencia científica. La propia dinámica de elaboración de estas genera este valor añadido.

En términos secuenciales, se parte de una evaluación pormenorizada y minuciosa de la evidencia científica a través de una revisión bibliográfica adecuadamente orientada con una valoración exhaustiva de las publicaciones identificadas. Sólo a continuación se inicia la fase de escritura de la Guía formulando unas preguntas intencionales a las que se tratará de dar respuestas sólidas desde la evidencia científica. Posteriormente se trabaja para alcanzar consensos y finalmente, se somete el resultado de todo ello a la valoración de revisores externos y Sociedades científicas. Difícilmente puede elaborarse una Guía de Práctica Clínica validada en un plazo inferior a los 24 meses.

Para desarrollar esta metodología en la “Atención odontológica a los pacientes oncológicos” tuvimos que adaptar el documento “Elaboración de Guías de Práctica Clínica en el Sistema Nacional de Salud. Manual metodológico” publicado por el Ministerio de Salud del Gobierno de España, junto con las recomendaciones disponibles en “Guía Salud”. Pero, en línea con su pregunta, ello ha supuesto para nuestra profesión odontológica alinearse con el resto de las especialidades médicas que se ocupan del cáncer en condiciones de igualdad y equivalencia.

   

¿Cómo cree que ha sido recibida por los profesionales?

Hemos de tener en cuenta que, para los profesionales sanitarios en general, y por lo tanto para los odontólogos y odontólogas en particular, la formación permanente representa una vertiente ineludible en su desarrollo profesional y una parte indispensable en su práctica clínica. En este contexto, las Guías de Práctica Clínica son siempre recibidas con un elevado interés por los profesionales implicados por cuanto suponen una puesta al día muy cualificada en las parcelas del conocimiento en las que se centran.

Además, las Guías de Práctica Clínica son muy apreciadas porque al ser elaboradas por profesionales expertos en las materias, ofrecen un volcado masivo de experiencia clínica, práctica y fundamentada, más allá del “estado del arte” que configuran las referencias bibliográficas aportadas. 

¿Qué diferencia a una guía clínica de un protocolo?

A menudo puedan llegar a confundirse.

Un protocolo, en términos sencillos, es una hoja de ruta configurada en algoritmos clínicos, elaborado con metodología variable, que generalmente está sancionado para su utilización por un servicio asistencial, un centro o una sociedad científica. Se encuentra condicionado por las circunstancias específicas en que se desenvuelve la práctica clínica “protocolizada” en el marco en que dicho protocolo es aprobado y tiene valor de protección médico-legal. Finalmente, es un documento restringido al ámbito profesional.

Una Guía de Práctica Clínica tiene una metodología muy rigurosa y ceñida a la evidencia científica. No sanciona un procedimiento de actuación específico, sino que ilumina el conocimiento científico subyacente en las principales opciones posibles y lo realiza con un carácter global y universal, no circunscrito a una realidad concreta porque el avance de la ciencia no puede reparar en las limitaciones contextuales. Por último, una Guía de Práctica Clínica no se limita a los profesionales, sino que se ofrece también para los pacientes.

Esta guía que ha dirigido usted ha contado con un equipo. ¿Qué nos puede destacar del grupo participante?

Tengo que confesar que, para mí, ha sido un auténtico honor trabajar en la confección de esta guía.

En primer lugar, quiero señalar que he trabajado intensamente en la misma junto con mi gran amigo y colega, el profesor Daniel Torres Lagares, Presidente de la SECIB al que deseo brindar mi mayor reconocimiento y admiración.

Junto a él, el equipo de coautores ha sido muy extenso: más de 17 expertos multidisciplinares de todos los ámbitos de la Oncología actual (oncología médica, oncología radioterápica, cirugía oral y maxilofacial, odontología) de tres Universidades españolas, 2 expertos de apoyo metodológico del Servicio Andaluz de Salud y 2 sociedades científicas implicadas, además de la propia SECIB.

Me gustaría destacar que esta Guía de Práctica Clínica ha contado, además con la revisión externa de dos auténticos maestros que son absolutos referentes internacionales en el ámbito del cáncer oral, me refiero al profesor José Vicente Bagán Sebastián, catedrático de la Universidad de Valencia, y el profesor Adalberto Mosquera-Taylor, de México.

Desde prácticamente nuestra primera reunión de equipo, pronto identificamos la extraordinaria magnitud del problema que íbamos a afrontar y la elevada variabilidad de la práctica clínica en esta parcela de la medicina y de la odontología, así como el elevado coste de la atención sanitaria requerida. Ello nos obligó a definir un plan de trabajo personalizado para cada miembro del equipo.

Multidisciplinariedad, diversidad geográfica, internacionalidad y alto nivel de excelencia han sido las señas de identidad de un equipo muy comprometido con el reto de elaborar la Guía de Práctica Clínica y muy altamente cualificado.

La Sociedad Española de Cirugía Bucal (SECIB) ha conseguido ponerse a la altura de las grandes sociedades en un tiempo récord, tanto en volumen como en calidad. ¿Cuéntenos cómo fueron sus momentos fundacionales?

A menudo tengo que hacer esfuerzos para que no me inunde la nostalgia… fueron tiempos muy difíciles pero los afrontamos con mucha ilusión, confianza y convicción.

Es imposible no recordar a socios fundadores que ya no se encuentran entre nosotros. Permítame que me refiera a dos que fueron, para mí, muy importantes y determinantes: el Prof. Manuel Donado Rodríguez y el Dr. Jesús Gómez de la Mata Andrés.

Pero si nos centramos en los socios en activo, debo destacar a uno singularmente: al Prof. Cosme Gay Escoda. Desde que nos conocimos no hemos dejado de trabajar juntos en todas las vertientes asistenciales, docentes e investigadoras de la Cirugía Bucal. Siempre hemos estado compenetrados, nos hemos entendido con sólo mirarnos y hemos diseñado multitud de estrategias, aunque no siempre acertáramos. Como ambos somos médicos especialistas en Cirugía Oral y Maxilofacial y además dentistas, hemos tenido una visión muy global de la Cirugía Bucal, de sus horizontes y de sus fronteras, y hemos luchado de manera incansable por su desarrollo.

También quiero comentar que el origen de la SECIB está muy ligado a Sevilla. Con su germen en una pequeña comisión gestora surgida en el seno de las Reuniones nacionales de profesores de Cirugía Bucal, fue en Sevilla, en el año 1997, donde se fundó la Sociedad Española de Cirugía Bucal con carta de naturaleza, celebrándose la primera Asamblea General de sus socios fundadores y eligiéndose su primera junta directiva. Desde entonces tres “sevillanos” han ostentado su presidencia (Dr. David Gallego, Dr. Daniel Torres y yo mismo) y hemos celebrado en nuestra ciudad el Congreso Nacional en dos ocasiones.

… la principal aportación de SECIB ha sido colocar la cirugía de la cavidad bucal en los gabinetes dentales, al alcance de los odontólogos.

De las aportaciones de la SECIB a la profesión. ¿Destaque una especial en su opinión?

Sin duda alguna, la principal aportación ha sido colocar la cirugía de la cavidad bucal en los gabinetes dentales, al alcance de los odontólogos. Ello ha requerido un prolongado camino no exento de dificultades.

Tenemos que tener en cuenta que la situación de partida era la de una patología quirúrgica oral y maxilofacial (todos recordamos el libro del Prof. Calatrava) que se estudiaba de manera curricular obligatoria en las Escuelas de Estomatología (en los orígenes) y en las Facultades de Odontología más recientemente pero cuya práctica clínica asistencial estaba, en la práctica real, en manos de los cirujanos orales y maxilofaciales que, aunque no fueran dentistas, siempre desarrollaron esta parcela de actividad estando, incluso, su sociedad científica adscrita al Consejo General de Colegios de Dentistas.

En el seno de la SECIB, en sus Congresos y en sus innumerables actividades de formación continuada, fraguaron y se consolidaron primero decenas y luego cientos y cientos de profesionales que se sentían atraídos por la práctica de la cirugía bucal.

Como ya hemos indicado, la SECIB tuvo su origen en el seno universitario y fue ahí también, en los equipos universitarios cada vez más sólidos, expertos y cualificados donde encontró socios imprescindibles para generar sinergias creando un auténtico motor de impulso a la Cirugía Bucal porque las jóvenes generaciones que iban llegando a las Facultades de Odontología recibían una formación quirúrgica perfectamente estructurada y secuenciada que se proyectaba hacia los estudios de master de tres años de formación ya que los profesores universitarios rápidamente adaptamos nuestros programas docentes a los referentes europeos.

Por su parte, la SECIB brindaba un nuevo sentido de pertenencia en un entorno de ilusión renovada a todos los que deseaban formar parte de una nueva familia emergente en la Odontología, la familia de la Cirugía Bucal que los acogía asumiendo que los niveles de especialización podían ser diversos y amplios. Fue entonces cuando la profesión entendió que, si se configuraban equipos multidisciplinares para la atención odontológica, la Cirugía Bucal podía ser llevada a cabo perfectamente por un odontólogo.

Hablemos del máster de cirugía bucal de la Universidad de Sevilla. ¿Qué ha supuesto como avanzada de lo que puede ser la formación de las futuras especialidades?

Al igual que otros muchos Máster impartidos en las principales Facultades de Odontología de nuestro país, ha supuesto durante más de 20 años (23 para ser exactos) una oportunidad magnífica para que los odontólogos egresados de nuestras Facultades pudieran tener acceso a una opción formativa especializada absolutamente homologable a la formación como especialistas recibida en los países de la Unión europea que tienen reconocida la especialidad de Cirugía Bucal, esto es, la totalidad de estos países menos España.

Efectivamente, nuestro Máster de Cirugía Bucal siempre tuvo una duración de tres años y la formación hospitalaria en el seno del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario Virgen del Rocío ha sido una de sus principales señas de identidad.

Además, como ya he comentado en alguna respuesta anterior, nuestro Máster fue cuna de la Sociedad Española de Cirugía Bucal y ha desempeñado un papel muy comprometido con la misma durante todos los años de su existencia. 

Por todo lo expuesto, considero que tras la aprobación de la especialidad de Cirugía Bucal por el Gobierno de España siempre deberá rendirse un tributo de gratitud hacia estos Máster que no sólo fueron pioneros en ofrecer y permitir una formación especializada a los dentistas españoles, sino que están suponiendo el auténtico germen sobre el que fundamentar y articular la propuesta de la futura especialidad de Cirugía Bucal en nuestro país de la mano de la Sociedad Española de Cirugía Bucal.

 ¿La relación entre odontólogos y cirujanos maxilofaciales, como la ve en una próxima aprobación de la especialidad de cirugía bucal, habrá conflicto de intereses?

Como tantas veces ocurre en la vida, los conflictos de intereses y las disputas competenciales los soporta mucho más el papel que las relaciones personales entre los profesionales. Quiero decir con ello que, en mi experiencia personal, la convivencia entre los médicos especialistas en Cirugía oral y Maxilofacial y los dentistas que realizan preferentemente Cirugía Bucal en su práctica clínica es excelente en términos generales y la tendencia es a que cada vez sea más integrada y participativa en equipos multiprofesionales como ocurre en la práctica totalidad de las especialidades de la Salud. Cuestión distinta es la formalidad a la hora de defender los supuestos de apariencia legal, sobre todo cuando son interpretativos o lastrados por la historia que no se compadece con la realidad.

Nunca fue fácil, aunque cada vez lo va siendo más en la actualidad, la relación de la Cirugía Bucal con la Cirugía Oral y Maxilofacial pero hay razones para ver el futuro con esperanza. La hibridación de dentistas y cirujanos maxilofaciales en los equipos multidisciplinares cada vez es más profunda y estrecha y el respeto a las competencias que son exclusivas supera a las disputas. También se ha progresado extraordinariamente en el entendimiento de las competencias que son compartidas y cada vez más, las sociedades científicas respectivas estrechan los lazos personales e institucionales. Para quienes, como yo, siempre hemos defendido que esta convivencia no sólo debe ser pacífica, sino que es deseable y está llamada a ser cooperativa y colaborativa en el futuro, es motivo de una gran satisfacción.   

Estamos en un momento de cierto entusiasmo, por una cercana aprobación de las especialidades en odontología, al menos para los que apuestan por esta decisión. En todo este revuelo por conseguirlas, hay algo fundamental que no se suele poner sobre la mesa. ¿Qué criterios se deben cumplir para conseguir la autorización de una especialidad?

He sido siempre un ferviente defensor de las especialidades odontológicas y en determinados momentos de mi trayectoria profesional he llegado a pensar que eran más inminentes que ahora. Por eso mi entusiasmo actual, que lo tengo, es moderado y muy racional, apelando a la moderación, a la correcta gestión de los plazos y al tratamiento correcto de cómo se trasladan nuestras aspiraciones a la hora de solicitar al Ministerio de Sanidad la creación de las especialidades odontológicas en general y la Cirugía Bucal en particular.

A fecha de hoy, la decisión de creación de una especialidad sanitaria (sea médica, enfermera, odontológica o de otra cualquier titulación de ciencias de la salud) no es una decisión discrecional de ninguna instancia del Gobierno, ya que se encuentra perfectamente regulada por un Real Decreto que establece de manera muy sistematizada y concreta quién puede solicitarla, qué requisitos imprescindibles se deben acreditar debidamente cumplimentados y qué categorías argumentales deben ser expuestas para que puedan ser estudiadas las propuestas. En ningún caso estamos frente a un procedimiento exclusivo para la creación de las especialidades odontológicas sino ante un procedimiento global de aplicación estricta en cualquier titulación sanitaria. Finalmente, quiero comentar que yo comparto estos criterios que me parecen objetivos y alejados de la arbitrariedad, pero, precisamente por ello soy muy cauto en sus análisis y me siento alejado de aquellos colectivos profesionales que ya están prácticamente celebrando la inminencia de su especialidad. En los foros más íntimos e internos de la SECIB, del Consejo General de Dentistas con su Presidente (Dr. Oscar Castro) y de la Conferencia Nacional de Decanos de las Facultades de Odontología que está trabajando intensamente en este tema y próximamente creará una Comisión delegada específica, ya he tenido ocasión de comentar mi posición al respecto.

¿Cómo debe ser en su opinión el lugar y medios donde formar a los futuros especialistas y la forma de acceso?

… veo viable la formación de especialistas en contadas Facultades de Odontología con una trayectoria asistencial consolidada y unas estructuras clínicas adecuadas …

Creo que en España tenemos la experiencia extraordinariamente positiva del sistema MIR y como a menudo le digo a mis alumnos y discípulos, cuando algo ya está inventado y funciona a la perfección lo mejor que podemos hacer es imitarlo. De acuerdo con este criterio, en mi opinión corresponderá la formación de los futuros especialistas a los centros que resulten acreditados por la Comisión nacional correspondiente. Pero, como sé que a ustedes les gusta que los entrevistados nos mojemos, le comentaré que sólo veo viable la formación de especialistas en contadas Facultades de Odontología con una trayectoria asistencial consolidada y unas estructuras clínicas adecuadas y algunos hospitales universitarios que tienen incorporadas áreas de práctica clínica odontológicas a su cartera de Servicios. Creo que la combinación de las infraestructuras académicas de estas singulares Facultades y los recursos hospitalarios comentados (generalmente utilizables en forma de rotaciones) configuran el núcleo formativo esencial para que la Comisión Nacional de la especialidad acredite la formación de especialistas.

En cuanto al modelo de acceso no puede ser otro que el del sistema MIR a través de un examen nacional único de todo el contenido de la titulación y la asignación rigurosa y estricta de las plazas formativas de forma competitiva en función del resultado del examen ponderado por los méritos curriculares que se establezcan o determinen.

… el modelo de acceso a las especialidades, no puede ser otro que el del sistema MIR a través de un examen nacional único …

¿A qué entidades representativas les corresponde intervenir en la negociación ante la administración sobre las especialidades?

El Real Decreto al que ya he hecho referencia no deja duda al respecto. Coloca en el nivel decisorio exclusivamente al Ministerio de Sanidad y en el nivel propositivo a las Sociedades científicas de ámbito nacional que cumplan determinados requisitos, a las Comunidades Autónomas y al Consejo Interterritorial de Salud. La Universidad española tiene competencias para emitir informes vinculantes y las organizaciones colegiales pueden emitir informes, pero no de carácter vinculante. En todo caso, en mi opinión, las Universidades y el propio Consejos General de Dentistas, deberían trabajar de manera conjunta facilitando las gestiones institucionales que suponen requisitos imprescindibles para la solicitud de las especialidades y trasladando a todas las instituciones involucradas una imagen cohesionada e integrada de la profesión odontológica. En este sentido, reconozco la magnífica labor que, según mi opinión están desarrollando hasta el momento los Presidentes de los Decanos y del Consejo, Dres. Lluís Gíner y Oscar Castro respectivamente.             

La reserva de competencias con la aparición de especialidades es lo que ha motivado muchas posturas en contra. ¿Cree usted que su aprobación debe hacer temer a quienes no dispongan de la especialidad? ¿Qué ocurrirá con los que tienen una dedicación a estas áreas de trabajo cuando se apruebe la especialidad?

Este es también un tema delicado. Nunca he trabajado en modelos de creación de las especialidades que supongan una reserva de competencias “suicida” para la profesión odontológica.

En este aspecto, creo que es importante aclarar que tenemos un rasgo diferencial muy importante y definitivo con las especialidades médicas. A menudo tendemos a considerar que el modelo de las especialidades médicas tiene que ser válido para todas las profesiones sanitarias reguladas y yo no lo entiendo así salvo en lo que respecta al acceso a las especialidades y sus requisitos formativos y de acreditación. Me explico mejor: en la Medicina, la totalidad de ésta se encuentra fragmentada en especialidades, de manera que no existe un ámbito que pudiéramos denominar “Medicina General” en la práctica clínica ya que estos contenidos corresponden a los especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria.   

En la Odontología, por el contrario, aunque se reconocen en Europa unas cuantas especialidades, en ningún caso queda agotado ni diluido el ejercicio profesional de la Odontología General e, incluso, es clave este rol para aglutinar e integrar a los diferentes especialistas en el seno de equipos multidisciplinares. Por lo tanto, la especialización en Odontología no tiene vocación de parcelar esta profesión al cien por cien, sino de acreditar competencias profesionales expertas y singulares en profesionales dentistas que se han cualificado para ello en programas reconocidos, acreditados y evaluados de manera oficial. En este marco, ser especialista incrementa tus competencias profesionales en el área de la especialidad como cuando se expande un acordeón, pero no menoscaba las competencias profesionales de los dentistas ni conlleva una reserva espacio profesional más allá de las limitaciones que la ética y la deontología profesional ya imponen y los colegios profesionales y los jueces tutelan para que no se traspasen las barreras de la imprudencia amparado en un título. Así ocurre en la totalidad de las titulaciones profesionalizantes y, muy específicamente, en todas las profesiones sanitarias.

En esta profesión la Universidad mantiene una conexión como en pocas, si es que las hay, en la formación continuada de los profesionales, usted es un referente de esta continuidad. ¿Cómo valora esta circunstancia?

El escenario que usted define entre el mundo universitario y la Odontología yo lo comparto, pero creo que está comenzando a agotarse y requiere cambios en profundidad.

En primer lugar, soy un firme defensor de la enseñanza de posgrado oficial en la Universidad, es decir de aquella a la que accede en condiciones de mérito, capacidad e igualdad. En este sentido, la Universidad puede seguir formando durante muchos más años a sus estudiantes sin incrementar el número de dentistas ya que estaría acotado por un “numerus clausus” la entrada de alumnos en las Facultades pero los dentistas ya graduados en general podrían formarse en óptimas condiciones en áreas especializadas.

Afortunadamente, tanto el Rector de la Universidad de Sevilla como su Equipo rectoral impulsan esta estrategia y en mi Universidad disponemos de 3 másteres oficiales con 20 plazas cada uno de ellos que durante un año de formación intensiva permiten el acceso a la especialización en la Odontología médico-quirúrgica, en la Restauradora y conservadora y en la Odontología infantil, incluyendo odontopediatría, la ortodoncia y la preventiva. Finalizado su año de formación y obtenido el título correspondiente que es oficial y de validez nacional. Los egresados pueden cursar más años de formación en los Títulos Propios correspondientes.

Con la llegada de las especialidades a nuestro contexto profesional, el modelo que apoyo, propongo y defiendo aún tendrá mayor protagonismo, pues los Títulos Propios que actualmente centran su formación en los contenidos de estas especialidades (Ortodoncia y Cirugía Bucal son el máximo exponente por su masivo reconocimiento europeo) serán extinguidos y sustituidos por los programas formativos de las especialidades. Entonces, el reto para las Universidades será que las Comisiones Nacionales de las especialidades y el propio Ministerio de Sanidad a través de sus agencias oficiales, las acrediten para formar especialistas y ahí no valdrá el oportunismo ni el menor esnobismo porque no se aplican las reglas del mercado en las que sólo acceden quien paga para ello.

Desde estas páginas hemos alertado de una necesaria reconsideración de las relaciones de las sociedades científicas con la industria. ¿Cómo opina usted que se debería establecer?

La relación sociedades científicas e industria … … tiene que estar basada en la confianza y lealtad, en el win-win (ganar las dos partes y no me refiero sólo al dinero) y en sustituir la mera relación comercial por auténticas alianzas estratégicas sólidas y de medio-largo plazo

Considero que no puedo estar más de acuerdo con esa afirmación. Los que me conocen saben bien que siempre he defendió que las relaciones de las sociedades científicas tienen que estar basadas en la confianza y lealtad, en el win-win (ganar las dos partes y no me refiero sólo al dinero) y en sustituir la mera relación comercial por auténticas alianzas estratégicas sólidas y de medio-largo plazo. Por eso, si no se implican los responsables del más alto nivel de las empresas y los propios presidentes de las Sociedades, este tipo de relaciones están condenadas al fracaso en plazos de tiempo cada vez más breves, porque enseguida se ponen encima las necesidades cortoplacistas y los retornos de inversión y ése es el germen del desencuentro.

Además, considero que el modelo actual de Congresos, patrocinios de estos, stands, etc. Es un modelo obsoleto y caduco. Ya no hay que desplazar a un ponente chino o australiano para escuchar una magnífica conferencia y la convivencia profesional (que es uno de los valores de los congresos) puede articularse de formas alternativas a las celebraciones sociales que disparan los costes y convierten a menudo los congresos en actos más sociales que profesionales.

Usted ha sido responsable del Servicio Andaluz de Salud, donde las asignaciones presupuestarias siempre ocupan un amplio debate. ¿Hay una correlación directa y constante entre aumento del gasto y una mejor sanidad?

… la correlación entre “aumento del gasto y mejor sanidad” no es directa, ni siquiera correlativa … … gasto en sanidad no debería ser nunca un gasto como tal porque en realidad se trata de una inversión

La gestión de los sistemas sanitarios públicos es una de las gestiones más complejas que existen en todas las administraciones. En el ámbito económico especialmente porque se dan tres circunstancias prácticamente únicas en la gestión sanitaria difíciles de encontrar en otras áreas:

En primer lugar, que las necesidades son infinitas tanto a nivel de la sociedad en su conjunto como a nivel individual. Sin embargo, los recursos son limitados, medidos en términos de PIB hablamos de cifras que oscilan entre el 6 y el 12 por ciento en los países occidentales que establece su gasto sanitario en función de su propia historia, idiosincrasia, escalas geo-demográficas, valores socioculturales y realidades laborales y económicas. Ello nos obliga a gestionar los mismos con criterios de equidad y máxima eficiencia.

En segundo término, existe siempre dificultad para la sociedad entre asumir los costes globales de una salud pública universal y gratuita y obtener una respuesta adecuada a las necesidades individuales, muy mediatizadas por las expectativas que, a menudo, están sobredimensionadas en aspectos aledaños a una asistencia sanitaria de calidad.

Finalmente, los costes de la salud son siempre crecientes, lo que no ocurre en otras muchas parcelas del consumo o la industria que es norma que abaraten los precios conforme se consolidan sus desarrollos. En las tecnologías sanitarias y los medicamentos la práctica totalidad de los costes de su I+D+i se impactan en el precio final de los mismos que siempre se incrementan en curvas muy inflacionistas, constituyendo una auténtica amenaza para la sostenibilidad del sistema.

A ello quisiera añadir, contestando más directamente a su pregunta que la correlación entre “aumento del gasto y mejor sanidad” no es directa, ni siquiera correlativa. Se puede disponer de una excelente sanidad, medida con indicadores de resultados reales y objetivos, tales como mortalidad infantil y esperanza de vida al nacer, con un gasto moderado con relación a otros países similares. La razón de ello estriba en una gestión muy eficiente y equitativa de los recursos asignados y, en ello, España es un buen ejemplo.

Finalmente, me gustaría también reflejar mi profunda convicción de que el gasto en sanidad no debería ser nunca un gasto como tal porque en realidad se trata de una inversión. Por cada euro invertido en Sanidad, retornan más de tres a la sociedad en diferentes niveles productivos.

    

¿En su doble condición de docente universitario y gestor público, en su opinión qué resulta más crucial, invertir en salud o en educación?

No es posible separar ambas inversiones si queremos vivir en una sociedad justa, moderna y del siglo XXI. La inversión en Educación, desde la básica a la universitaria, representa el eslabón imprescindible para la igualdad de oportunidades y, además, constituye la única vía por la que en tan sólo una generación una persona en inferioridad de condiciones (y sus descendientes) pueden incorporarse a una vida que permita su desarrollo pleno en condiciones de igualdad y libertad. Antes se decía que la Educación era el principal ascensor social, después se ha hablado mucho sobre la meritocracia, pero yo no creo tanto en ella como en la igualdad de oportunidades que genera la Educación. Pero… ¿de qué serviría todo esto si no contáramos con la garantía del acceso a la salud y a unos servicios de atención sanitaria públicos, universales y gratuitos? Sin la garantía de un sistema sanitario de calidad no es viable que la Educación opere sus cambios y transformaciones en la sociedad. En mi modesta opinión, la Educación y la Salud son los dos ejes claves y nucleares de las sociedades modernas y democráticas del siglo XXI.

En esta profesión la relación profesional paciente siempre ha sido muy constante y directa, el paciente habla de “Mi dentista”. ¿Cree que la aparición de equipos de trabajo, que imponen en muchos casos las nuevas técnicas, conducirá a una deshumanización de esta relación?

Sinceramente creo que no. Y existe un magnífico ejemplo de ello en nuestra profesión “hermana”: la medicina.

Todos hemos admirado el bucolismo de los cuadros románticos y las referencias literarias del siglo XIX. Allí se acuñó el término “paciente” (derivado de paciencia) y se nos impregnó con esa idea del médico como benefactor no sólo profesional sino humano. De ahí también deriva mucha de la filosofía que soporta una relación médico-paciente clásica, ajena a la tecnología y al funcionamiento en equipos que entonces no existía.

La realidad hoy día es otra bien distinta porque la sociedad exige unos servicios sanitarios de calidad y éstos sólo pueden ser dispensados por quipos multidisciplinares altamente competentes. EL volumen de conocimientos y la dificultad de superar las curvas de aprendizaje que imponen las nuevas tecnologías así lo exigen. Por ello la relación profesional adecuada hoy día es la de Equipo profesional (odontológico en nuestro caso) y paciente. Los ciudadanos lo saben muy bien y por eso concedemos muchísimo más valor a la accesibilidad al buen resultado que a otros componentes de la accesibilidad que tuvieron importancia en el pasado y hoy están ya superados, como por ejemplo, la accesibilidad geográfica: “yo no quiero ir a un dentista por tenerlo más cerca, quiero ir al que me garantice un mejor resultado aunque me tenga que desplazar”.

¿Como valora la investigación en la universidad pública española? ¿Y su docencia?

la Universidad es el motor de cambio y transformación social más potente con el que cuenta una sociedad, además de ser la depositaria del conocimiento de la sociedad en su conjunto

Antes me ha preguntado por la Educación y la Sanidad y le he respondido que se trataba de una dupla inseparable. Con la docencia y la investigación ocurre algo similar. No se pueden concebir la una sin la otra y, si se separan, todos perdemos.

Mire, la Universidad es el motor de cambio y transformación social más potente con el que cuenta una sociedad, además de ser la depositaria del conocimiento de la sociedad en su conjunto.

Como depositaria del conocimiento, seguimos haciendo algo muy equivalente a lo que realizaron los monjes en los monasterios de la Edad Media hasta que se alumbró el Renacimiento, pero en paralelo, se complementa con la generación continua de nuevos conocimientos que sólo se logran a través de la investigación cuyos resultados se transmiten a todos los niveles de la vida de los ciudadanos a través de los sistemas de transferencia, innovación y desarrollo. De esta manera el caudal global de conocimientos tiene al infinito, también en salud.

El ciclo se cierra con la Docencia, a través de la cual se entregan los conocimientos, permanentemente actualizados a través de la Investigación, a toda la ciudadanía a través de un sistema de enseñanza-aprendizaje regulado y acreditado que debe tener vocación universal y un acceso fundamentado en la igualdad de oportunidades, el mérito y la capacidad.

Desde estas bases fundamentales, considero que tanto la Investigación como la Docencia están en progresión en la Universidad Pública española y ya hace unos cuantos años que alcanzaron los estándares europeos de manera que podemos sentirnos orgullosos de nuestro sistema universitario público y la recientemente aprobada Ley Orgánica del Sistema Universitario y sus Reales Decreto de desarrollo estoy seguro de que supondrá un buen revulsivo para la modernización de algunas de sus estructuras. Todo lo especificado anteriormente tiene una aplicación e impacto directo en la Odontología que ha pasado a constituirse en un Campo de Estudio para sus titulaciones y un Ámbito de Conocimiento de nuevo reconocimiento que contendrá varias Áreas o Especialidades universitarias para la asignación y ubicación del profesorado.

 Es usted un profesor universitario de reconocido prestigio, ha ocupado puestos de alto nivel en la gestión pública y es médico. ¿Dónde se encuentra más cómodo?

Para responderle a esta pregunta me tengo que remitir a la famosa diferencia entre “ser o tener”. Yo me “siento” un médico cirujano oral y maxilofacial y dentista que trata de ayudar a sus pacientes y enseñar a sus alumnos y colegas. Aparte de ello, o mejor dicho quizás, además de ello, he “tenido y tengo” diferentes funciones de responsabilidad en la gestión en las áreas de mis propias actuaciones profesionales tanto en el Servicio Andaluz de Salud como en la Universidad de Sevilla. ¿Sabe…? Como decía John Lennon, “la vida es lo que ocurre mientras hacemos planes”. Yo he sido muy afortunado y he tenido la oportunidad de desempeñar responsabilidades que han cambiado mi vida, me han enriquecido como persona y me han permitido que me vaciara (a veces literalmente) con entrega total en base a mis propias convicciones y valores. Y por supuesto con el resultado de “innumerables iniciativas y, probablemente, fracasos también innumerables…” (ésta es una frase de mi recordado escritor y poeta Antonio Gala) para mejorar la calidad de los servicios prestados a la sociedad en mi ámbito de gestión.

Pero si le soy realmente sincero, mi vida profesional es especialmente rica en la actualidad, dirigiendo el Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario Virgen del Rocío que siempre fue mi casa y mi refugio como cirujano y desempeñando el Decanato de la Facultad de Odontología de la Universidad de Sevilla, que siempre fue mi hogar académico. En ambos escenarios he desarrollado mis mayores esfuerzos tratando de superar las metas volantes que he cruzado hasta la fecha.

También le digo que lo que tenga que venir, a buen seguro vendrá… en ese sentido, siempre acepto los retos y los desafíos.

¿Una recomendación para quienes se están incorporando a esta profesión?

Mi mensaje es positivo y lleno de esperanza. A pesar de las dificultades de saturación de profesionales y de los pobres indicadores de salud bucodental, el futuro creo que es prometedor y les recomendaría que afronten su llegada a la Odontología con proactividad y con optimismo. Es una profesión preciosa en sus contenidos que está inmersa en un doble cambio generacional en vertientes bien definidas ya que, de un lado, conlleva la llegada masiva de personas jóvenes al ejercicio clínico y, de otro, la sustitución del patrón profesional de la Estomatología (especialidad médica) por el de la Odontología, que traerá de la mano las especialidades odontológicas en un futuro que ya no se va a demorar mucho tiempo más.

Además, la Odontología va a dejar de ser una profesión “solitaria” por la incorporación de equipos multidisciplinares, en donde las decisiones colegiadas y los tratamientos colaborativos serán la norma.

En el ámbito de los servicios públicos asistenciales la Odontología está cobrando cada vez mayor protagonismo con ampliación sucesiva de las carteras de servicios en la diferentes comunidades autónomas y el establecimiento de redes de referentes dentro de las propias Unidades de Gestión Clínica, como va a realizar este mismo año el Servicio Andaluz de Salud.

En el seno de las universidades españolas, la Odontología ha consolidado una posición de fortaleza que ofrece posibilidades y expectativas extraordinarias a los futuros dentistas que sientan la llamada de la investigación y la docencia

En resumen, recomendaría a quienes se están incorporando a esta profesión y a quienes piensen hacerlo en el futuro que observen cómo la Odontología, de quien se decía que era la cenicienta de la Salud, acabará siendo su auténtica princesa.