Una nueva guía de práctica clínica, en este caso la Guía de Práctica Clínica para Cirugía Bucal en pacientes con trastornos de la coagulación, presentada por SECIB, se ha sumado a otras tantas como la reciente G. P. de Atención Odontológica al paciente con cáncer oral, también de SECIB, todas van engrosando un número importante junto a las de otras sociedades científicas.
El objetivo de estas guías es ofrecer un instrumento valioso, para lograr una asistencia sanitaria de calidad evaluada y contrastada, ayudando a los profesionales a adoptar las medidas más adecuadas y otras muchas ventajas.
Las guías de práctica clínica son elaboradas con una metodología rigurosa y validadas por agencias externas, basadas en la evidencia científica.
Ni el rigor ni la evidencia científica se aprecian en algunos informes o dictámenes emitidos desde las instituciones colegiales, en algunos casos, sin menospreciar la labor que en general desarrollan silenciosamente en favor de la profesión.
Saco a colación la respuesta que emite el Consejo Andaluz de Colegios a una pregunta formulada por la Consejería de Salud en relación con la odontología ambulatoria, concretamente para la atención en residencias de la tercera edad:
“… no se desprende que el dentista legalmente habilitado para el ejercicio de esta profesión pueda desarrollar en otros espacios físicos, distintos a la consulta o clínica dental, una asistencia dental adecuada y con todas las garantías que se exigen para el paciente y el propio profesional. Debemos decir que ni tan siquiera se conseguirían las condiciones necesarias para alcanzar ese objetivo de garantía y seguridad, por ejemplo, en un centro de medicina general o especializada en virtud de las peculiaridades y características que deben reunir aquellos centros sanitarios”.
Entonces: ¿la odontología hospitalaria no se puede?, ¿la visita de interconsulta a un paciente encamado no se puede?, ¿en un quirófano general no se puede?
Hay cosas que no se pueden hacer en cualquier sitio, pero ser tan tajantes como para decir que nada.
Las trabas burocráticas para ejercer la profesión cada día son mayores, muchas innecesarias y procedentes de decisiones en las que no han intervenido odontólogos. Qué quienes deben velar por evitar esas trabas sean los que las ponen no es una buena noticia.
Decisiones tomadas pensando en evitar el intrusismo, o el acceso a la asistencia a empresas que no nos gustan, acaba siendo como cuando se bloquean las salidas de emergencia para evitar el acceso no autorizado, los de dentro, que pagaron su entrada, terminan asfixiados.
En una sociedad donde cada vez sus ciudadanos tienen una esperanza de vida mayor, poner trabas a su asistencia odontológica no parece una buena idea.