Carlos González-Cabezas, DDS, MSD, PhD
Professor, Dept. Cariology, Restorative Sciences & Endodontics
Livia Tenuta, DDS, MSD, PhD
Associate Professor, Dept. Cariology, Restorative Sciences & Endodontics
Margherita Fontana, DDS, PhD
Chair, Dept. Cariology, Restorative Sciences & Endodontics Professor
University of Michigan School of Dentistry. EE.UU.
La caries se considera una enfermedad compleja y multifactorial, identificada inicialmente por signos clínicos como son las lesiones cariosas. Durante el último siglo, el tratamiento de la caries se ha centrado en restaurar lesiones o cavidades avanzadas, pero esta estrategia no mejora la salud general a menos que se implemente un enfoque más integral que controle la enfermedad y, así, mantener una dentición funcional a lo largo de toda la vida. La caries es un problema complejo debido a su naturaleza multicomponente, incluyendo factores biológicos, sociales, conductuales, económicos, políticos y comerciales, así como su interconexión con otras enfermedades crónicas. Aunque se conocen métodos para controlar la enfermedad (como reducir el consumo de azúcar, aumentar la exposición al flúor y reducir la acumulación de placa dental), la caries sigue siendo la enfermedad no transmisible más común y es un gran problema de salud pública a nivel mundial.
El flúor (F) sigue siendo la principal estrategia de control de la caries a nivel general, respaldada por numerosos estudios que demuestran que puede reducir significativamente tanto la prevalencia como la gravedad de la enfermedad (Walsh et al., 2019; Marinho et al., 2013, 2015, 2016; Slayton et al., 2018). No obstante, existen algunos riesgos asociados con su uso como son la fluorosis dental por exposición a niveles elevados durante la formación de los dientes, y el riesgo de toxicidad aguda por exposición accidental a niveles muy altos. Pero estos riesgos se pueden manejar adecuadamente. Por lo tanto, el uso de flúor según las recomendaciones actuales se considera seguro.
A pesar de esta amplia evidencia a favor del flúor como una estrategia segura y efectiva para prevenir y controlar la caries dental, algunos grupos o individuos utilizan las redes sociales para difundir información errónea. Esto ha generado una oposición significativa entre algunos padres y representantes de niños pequeños al agua fluorada y a la pasta de dientes con flúor, debido a la percepción de un riesgo (Ko y Chi, 2023). Esta oposición podría estar reflejando una falta de tolerancia de tipo más general, a no asumir ningún riesgo, algo similar a lo que se observa en la resistencia a las vacunas por parte de algunos sectores de la población (Saini et al., 2023).
Debemos enfatizar que el papel del flúor en la prevención de la caries está bien establecido, tanto a nivel individual, del paciente, como de salud comunitaria. Los productos con flúor han sido ampliamente estudiados y revisiones sistemáticas y metaanálisis muestran que los tratamientos con flúor son eficaces y seguros para la prevención y posible remineralización de las lesiones cariosas. En la práctica clínica, la pregunta debería ser siempre: ¿qué métodos deben usarse de manera universal (abarcando a todos los pacientes) y cuáles deben usarse solo para personas con alto riesgo de desarrollar caries?
En general, se recomienda el uso diario de dentífricos con flúor para todas las personas. Para aquellos pacientes con mayor riesgo, se recomienda incrementar el nivel de exposición tópica de flúor para poder detener lesiones existentes y prevenir nuevas. Esto se puede lograr usando dentífricos con mayores concentraciones de flúor, enjuagues bucales con flúor o aplicando geles o barnices de flúor cada 3 a 6 meses profesionalmente.
El Fluoruro Diamino de Plata (SDF) es otro producto a base de flúor que ha ganado considerable interés recientemente. Aunque no depende únicamente del flúor para su efecto anticaries, la evidencia que respalda el SDF como agente para detener lesiones ha crecido significativamente en la última década. Estudios han demostrado consistentemente la eficacia del SDF para detener las lesiones cariosas cavitadas en dientes primarios y en lesiones radiculares en adultos mayores. Algunos investigadores han demostrado la efectividad del SDF en el manejo de lesiones no cavitadas, que es similar en muchos casos a otros tratamientos no restauradores, dada la alta concentración de flúor de este producto. Sin embargo, la aplicación del SDF sobre las lesiones no cavitadas produce una decoloración negra y existen otras opciones igualmente efectivas que no decoloran las lesiones. El SDF debería aplicarse periódicamente, y la mayoría de las guías sugieren su aplicación cada seis meses.
CONCLUSIONES
La caries dental persiste como un problema de salud global que afecta a personas de todas las edades. Es necesario un cambio de paradigma en la odontología, pasando de solo restaurar cavidades a una estrategia de manejar la salud oral y controlar la enfermedad de caries durante toda la vida a través de la prevención y la intervención temprana. Esto implica utilizar técnicas basadas en la evidencia, incluyendo el manejo efectivo no restaurador de lesiones no cavitadas, y de ciertas lesiones cavitadas.
Hoy en día existen Guías Basadas en la Evidencia para implementar en los pacientes un control efectivo de la caries. No obstante, sin abordar las causas subyacentes de la enfermedad, incluso estas estrategias tienen sus limitaciones.
Antes de reemplazar las intervenciones no restauradoras, probadas, efectivas y basadas en la evidencia, por terapias alternativas emergentes que aún necesitan ser probadas clínicamente, los dentistas deben asegurarse de que estas nuevas intervenciones emergentes estén respaldadas por una evidencia sólida de eficacia e inocuidad.