Cristóbal Acosta y las plantas de uso estomatológico.

Javier Sanz
Académico de Número de la Real
Academia Nacional de Medicina
de España
Magister en Bioética Clínica (UCM)
Profesor de “Historia de la
Odontología y Bioética” (UCM)

El Médico y Botánico Cristóbal Acosta.

Hoy en día siguen quedando dudas sobre los lugares de nacimiento y defunción de Cristóbal Acosta, así como de los otros datos de las biografías, los que la abrochan con sus fechas de nacimiento y defunción. No obstante, al tratarse de una figura bien estudiada por la novedad y trascendencia de su obra, se ha afinado bastante en ambos aspectos, dándosele por natural de Ceuta o Tánger, a principios del siglo XVI, y por fenecido en un eremitorio en Tharsis (Huelva) cerca de 1594.

Fue soldado en la India en 1550 y allí conoció al gran naturalista portugués García de Orta. Allí volvió en 1568 después de haberse formado en Artes y en medicina, probablemente en la universidad de Salamanca, pero seguro que en lengua castellana, en el séquito de Luiz de Ataide, virrey de Portugal en aquellos territorios y allí permaneció durante varios años, trabajando asimismo en el Hospital Real de Cochin, donde además organizó un jardín botánico. Realizó herborizaciones en la costa Malabar y en otros lugares de la China y aprendió de sus adelantos técnicos.

Debió regresar a Portugal en 1572, vivió una temporada en Lisboa y en algún momento se desplazó a París. En 1576 el Ayuntamiento de la ciudad de Burgos le ofreció contrato de médico-cirujano, ganándose la confianza y admiración de los vecinos, y debió ser renovado al vencer su tiempo con la obligación de atender además a los pobres. Durante este tiempo editó, en 1578, su “Tratado de las drogas” que dedicó a la ciudad de la que era galeno y de la que dejó de serlo antes de 1587, cuando tras el fallecimiento de su esposa se retirara a vivir al eremitorio que denominó “La Peña de Tharsis”, al parecer en tierras onubenses, donde continuó atendiendo de alguna manera a ciertos enfermos y también dedicándose a la descripción de especies botánicas y a la herborización de zonas vecinas.

Aunque en el mundo científico es conocido por el legado de su importante obra botánica, también en el mundo del pensamiento, especialmente místico, se le conoce por otros títulos. Escribió Acosta alguna otra obra de tema muy distinto que dio a la imprenta en el mismo lugar y el mismo año, como fueron el Tratado en contra y pro de la vida solitaria. Con otros dos tratados, uno de la religión y religioso, otro contra los hombres que mal viven… (Venetia, Presso Giacomo Cornetti, MDXCII), y el Tratado en loor de las mujeres, y de la Castidad, Honestidad, Constancia, Silencio, y Justicia, con otras muchas particularidades y varias Historias (Venetia, Presso Giacomo Cornetti, MDXCII).

El “Tratado de las Drogas, y medicinas de las Indias Orientales”

Primera edición. Burgos, 1578

El libro vio la luz en la ciudad de Burgos, en casa de Martín de Victoria, “impressor de su Magestad”, el año de 1578. Como añade en la portada, las plantas están dibujadas al vivo por el autor, que las vio ocularmente, y fue la primera vez que se imprimieron en Europa estas plantas de las Indias orientales.

Consta de 68 capítulos, que suman 448 páginas y culmina con un tratado “sobre el elefante”. Sigue una tabla alfabética con lo contenido, de (1-36 págs.) y otra “Tabla de los arboles, plantas, y yeruas, que estan debuxadas en este libro” (págs. 37-38).

Tras los prolegómenos aparece la aprobación del Rey, de fecha 15 de septiembre de 1577; la dedicatoria al “Mvy illvstre Senado de la Real civdad de Bvrgos; la clásica advertencia al lector; un escrito del licenciado Ivan Costa, catedrático de Retórica en la universidad de Salamanca, al lector; un soneto de Pedro Manrique dedicado asimismo al autor y un soneto del bachiller Alonso González de la Torre sobre el mismo tema. Va a continuación la tabla de los capítulos y, por último, la lista de autores mencionados en el texto.

La actitud de Acosta, dentro de la corriente renacentista botánica, fue antes que la de un puro teórico la del médico que busca en las plantas descubiertas el beneficio para los diversos males que alteran la salud humana, siguiendo, como apunta J.L. Barona, el método que propugnara Valerius Cordes: descripción general del vegetal y, después, de las características de sus elementos morfológicos, para terminar con el entorno geográfico de la planta. Ello, acompañando de las propiedades curativas y dietéticas -hasta un total de 69 especies botánicas de uso medicinal recoge- como también de su comercialización y de los usos industriales. Todo ello sin olvidar lo que advierte en la última frase del título: “en la qual se verifica mucho de lo que escriuio el Doctor Garcia de Orta”. “Mucho” no quiere decir “todo” pues algunas no fueron mencionadas por el maestro.

La obra de Acosta disfrutó de una difusión amplia en Europa por medio de la versión latina que, como con las obras de García de Orta y Nicolás Monardes, hiciera Charles de l’Écluse (Carolus Clusius), quien recorriera la península ibérica en 1564, publicada en la prestigiosa imprenta de Plantin, en Amberes.

Plantas de uso estomatológico:

De la lectura de la casi setentena de capítulos obtenemos puntualmente información sobre aquellas nuevas plantas que tenían algún uso en la prevención o el tratamiento de las enfermedades bucodentales, como también de aquellas que mitigaban la halitosis. Expuestas por orden de aparición, son las siguientes:

Canela: “quita el olor de la boca, y de las muelas”.

Pimienta: “la metè en las cauernas de los diètes podridos”.

Clavo: “Las mugeres lo mazcà ordinariamente, para hazer buen olor de boca, y algunas vezes lo mazcà concón las hojas del Betele”.

Nuez moscada: “Corrigè y quitan el alièto hediòdo”.

Galanga: “teniendola en la boca, enmienda el mal olor”.

Avellana índica: “fortifica las enzias y los dientes, q se andan, abollados”. “Con las cascaras alimpian los dientes”.

Sangre de drago: “tanto aprieta, que prohibe que no se caygan los dientes”.

Folio indio: “restauratiuo d las muelas, q se andà… mascado con Cardamomo en ayunas: al fin haze buè anhelito (sic.)”.

Cate: “para fortificar las gengiuas, y los dientes de los quales mata los gusanos, si los ay criados en ellos”.

Lycio: “a las enzias llagadas a las agallas: a los labrios hèdidos”.

Acíbar: “gargarizado con miel y con vino, es vtil a las agallas, a las enzias, y a todas aquellas partes, que en la boca se encierran”.

Palo de culebra: “Los q tiene mal olor d boca, o dientes corruptos, la mascà muy de ordinario, y la traè en las cauernas de los diètes podridos: para lo qual es muy loada”.

Cardamomo: “La gente de aquellas tierras vsa mucho del Cardamomo en medicina, y lo mascan con las hojas del Betele y por si solo, para desflemar, y hazer buen olor de boca”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Colofón.

La mayor parte de las trece plantas escogidas por su indicación en padecimientos bucodentales se aplican en aquellas personas que padecen halitosis, mientras que el resto se indica en las lesiones de la mucosa oral, en las encías inflamadas o, también, en el tratamiento de la caries dental. Concretamente en el caso del “Cate” se recomienda esta planta para “matar” los gusanos, aunque no de acuerdo con la ancestral leyenda mágico-religiosa de origen mesopotámico de señalar a estos pequeños animales como los productores de la caries dental sino que se crían en los agujeros. Si bien el recuento de uso odontológico no es tan amplio como en otros tratados ya estudiados -Monardes y Francisco Hernández-, no deja de ser un complemento en un libro solvente que viene a enriquecer, en teoría, la farmacopea de uso odontológico. Bien pudiera haberse reunido todo ese material, y por su orden, en un compendio de uso exclusivamente odontológico, puesto a disposición de los “dentistas” pero también de los médicos, cirujanos, como practicantes del mismo, pero también de boticarios, como elaboradores y mejoradores de dichos remedios tras cultivarlos en sus jardines. 

  1. Sobre la vida y la obra de Acosta, consultar preferentemente: Barona Vilar, J.L. https://dbe.rah.es/biografias/18433/cristobal-acosta; Olmedilla Puig, J. Estudio histórico de la vida y escritos del sabio médico, botánico y escritor del siglo XVI Cristóbal Acosta. Madrid, Hijos de M.G. Hernández, 1899; López Piñero, J.M. “Acosta, Cristóbal”. En López Piñero, J.M, Glick, T.F., Navarro Brotons, V., Portela Marco, E. Diccionario histórico de la Ciencia moderna en España. Vol. I. Barcelona, Ediciones Península, 1983, 21-22; Rodríguez Nozal, R. González Bueno, A. El Tratado de las Drogas de Acosta (Burgos, 1578). Utilidad comercial y materia médica de las Indias orientales en la Europa renacentista. Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 2000.
  2. Acosta, C. Tratado de las Drogas... Burgos, Martín de Victoria, 1578, pág. 13.

  3. Ídem., pág. 27.

  4. Ídem., pág. 33.

  5. Ídem., pág. 39. Las nueces moscadas que son frescas, graves, grasas, llenas de humor y sin ningún agujero”.

  6. Ídem., pág. 63.

  7. Ídem., pág. 95.

  8. Ídem., pág. 96.

  9. Ídem., pág. 118.

  10. Ídem., pág. 139.

  11. Ídem., pág. 143. (En forma de trociscos).

  12. Ídem., pág. 150. (Similar al Cate).

  13. Ídem., pág. 209.

  14. Ídem., pág. 342.

  15. Ídem., pág. 392. (Se refiere a las tierras de Ceilán).