Al menos una buena noticia frente a la COVID-19

F. Javier Cortés Martinicorena
Estomatólogo. Doctor en Medicina y Cirugía

Seguimos hablando de esta epidemia. Es algo cansino pero es el asunto del que no nos podemos sustraer. Sufrimos una invasión informativa que muchas veces nubla otras facetas de la actualidad, nos mantiene en permanente tensión. El aluvión de datos es tan fenomenal que tengo que confesar que, a ratos, me produce más confusión que información. Por ello es necesario separar el grano de la paja y quedarnos con lo importante.

De esta avalancha de datos no se escapa la odontología y esto nos viene bien pues los datos que se están publicando refuerzan nuestra posición. Yo diría que, al ponernos en la foto, nos ayudan a aceptar mejor todas las medidas de protección que nos hemos visto obligados a tomar. Estos datos dicen que, en materia de control de la infección, la mayoría de los dentistas lo estamos haciendo bien. Las medidas de protección parece que están funcionando.

Nuestra posición teórica en el vértice de la pirámide de riesgo entre las diferentes profesiones no está siendo avalada por los datos disponibles hasta el momento. Esta pirámide nos sitúa entre los profesionales con mayor riesgo de ser infectados en el ejercicio de nuestra profesión, pero los estudios realizados en estos meses de pandemia no le dan la razón (hasta ahora).

La tasa de dentistas infectados es
claramente inferior a la media nacional de
su país y también claramente inferior a la
media de infectados entre sanitarios

Hace tan solo unos días, un estudio entre dentistas en los EE.UU. informaba que sólo el 0,9% había sido infectado por el coronavirus durante la primera oleada de la pandemia (hasta junio) a pesar de que el 73% no limitó ni suspendió su trabajo. En España, diferentes estudios muestran cifras que se mueven sobre el 3% aunque durante la primera oleada más del 60% de los dentistas cerró, o limitó su trabajo a realizar asistencia telefónica. Se encuentra ya en prensa –y por eso me permito adelantar algún dato- un macro-estudio sobre más de 52.000 dentistas de 36 países (incluido el nuestro) que muestra una ratio de infección Covid-19 en dentistas entre el 0,4 y el 4,1% (salvo alguna excepción).

En todos, la tasa de dentistas infectados es claramente inferior a la media nacional de su país y también claramente inferior a la media de infectados entre sanitarios.

De todas las medidas de protección recomendadas por diferentes organismos nacionales e internacionales como el European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC)*, los estudios detectan las que están siendo más adoptadas y las que muestran una mayor asociación con la probabilidad de no ser infectados.

Son las siguientes:
• Cribado telefónico previo a la cita y toma de datos sobre la salud del paciente en relación a su posible contacto con el coronavirus, y toma de su temperatura corporal al llegar a la clínica.
• Espaciamiento de citas, control de distancia entre pacientes, uso de mascarilla hasta iniciar el acto clínico y evitar acompañamiento en la sala de espera.
• Desinfección del equipo después de cada paciente y de todas las superficies del entorno clínico que pueden ser tocadas con las manos por pacientes o miembros de nuestro equipo.
• Protección física del interior de la clínica con barreras física (mamparas) y aireamiento frecuente.
• Uso de equipo de protección individual de todo el equipo clínico con especial énfasis en la mascarilla de alta protección -N95/FFP2 o FFP3- sola o combinada con una quirúrgica (es la medida que muestra más eficacia), guantes, pantalla o gafas protectoras, gorro y bata larga desechable o reutilizable sobrepuesta.
• Y, en menor medida, el enjuague previo al acto clínico.

Estas medidas están funcionando. Hagámonos a la idea de que van para largo.