Alcalá la Real (Jaén)

Lugares de España para visitar

Nuria Leiva León

Guía Oficial Turismo

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Enclavada en el corazón de la Sierra Sur de Jaén, Alcalá la Real es una ciudad patrimonial, declarada Conjunto Histórico artístico en 1967. Su ubicación en el camino natural entre el Valle del Guadalquivir y la Vega de Granada, ha convertido a nuestro territorio en una zona de paso desde el Neolítico, dejándonos, además, yacimientos destacables de época íbera y romana en los cerros de la Mesa y la Gineta. De origen romano será, además, el asentamiento más antiguo que encontramos en nuestro núcleo urbano: la Domus Herculana, un yacimiento romano que ha desvelado parte de una vicus del siglo I d.C. que presenta un importante grado de urbanismo.   

Para encontrar el origen de una ciudad como tal, debemos avanzar en la Historia, ubicándonos en el año 711 con la llegada de las tropas musulmanas a la Península Ibérica a través del estrecho de Gibraltar. En el año 713, los musulmanes eligen el cerro de la Mota para construir una Qalat, es decir, una ciudad amurallada. No es de extrañar la elección de este lugar ya que, con su máxima cota de 1.033 metros de altitud, la Mota se convierte en una atalaya natural que domina todo el territorio que la rodea y desde la que se controla la encrucijada de caminos que discurrían entre Córdoba, Granada y Jaén. Nuestra fortaleza cambiará varias veces de denominación bajo el periodo andalusí conociéndose, por ejemplo, como Qalat Yashub o Qalat Banu Said, clan que llevará a nuestra ciudad a uno de sus momentos de esplendor a nivel estratégico y cultural durante el siglo XII.

Con el devenir de los siglos y favorecido por las luchas internas, asistimos al avance de las conquistas castellanas a lo largo de la Península en detrimento de los territorios andalusí. La Batalla de las Navas de Tolosa (1212) será clave en el avance y la reorganización de la frontera en la que se reforzaron militarmente los castillos y fortalezas más destacadas y, entre ellas, nuestra Qalat. Nuestra ciudad cambiará de señor en varias ocasiones hasta que, en el invierno de 1340, comience para ella el último asedio. El rey Alfonso XI de Castilla, tras su importante victoria en la Batalla del Salado, planta asedio a nuestra ciudad consiguiendo la capitulación de la misma tras ocho meses de asedio. El 15 de agosto de 1341 las tropas castellanas cruzaron nuestras puertas, otorgándonos nuestro apelativo de Real y convirtiéndonos en una plaza fronteriza de gran valor militar. Comienza así el periodo más importante de nuestra historia, en el que vigilaremos durante 151 años la frontera, sufriendo peligros e incomodidades en nuestro día a día que veremos recompensados con numerosos privilegios y reconocimientos como el de Llave, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla otorgado por los Reyes Católicos.

Nuestra ciudad será reformada por sus nuevos habitantes, ampliada en extensión y dignificada con la fundación de una Abadía de Patronato Real de jurisdicción propia y sede independiente, que convirtió a Alcalá en un faro de Cristiandad frente al vecino y enemigo musulmán. 

Tras la conquista de Granada en 1492, la población comienza a abandonar el recinto amurallado y trasladarse hacia el llano buscando una vida más cómoda y ya segura en el exterior. Desde el siglo XVI al siglo XVIII, vecinos, instituciones, iglesias y conventos se van desplazando y conformando lo que hoy es el casco histórico de nuestra localidad.

Por contra, la fortaleza queda despoblada y así la encuentran las tropas francesas del emperador Napoleón cuando llegan a Alcalá la Real en 1810. Éstos se asentarán en la zona alta durante varios años en los que saquean e incendian varias construcciones importantes. Tras su marcha, la vieja ciudad queda en situación de ruina y se decide darle un último uso: será reconvertida en cementerio municipal hasta 1949. Nuestras viejas murallas velaron entonces, por el descanso de nuestros vecinos.

Hoy Alcalá la Real es una ciudad viva que sorprende por su patrimonio, sus tradiciones, su gastronomía y su naturaleza. Una ciudad que sigue ubicada en ese cruce de caminos y que sigue encantada de recibir a viajeros de un lado y otro de la frontera.

¿Qué visitar en Alcalá la Real?

Fortaleza de la Mota. Visible desde varios kilómetros a la redonda y coronando nuestro casco urbano, sorprende al viajero la Fortaleza de la Mota, el monumento más emblemático de Alcalá la Real y unas de las fortalezas más grandes y mejor conservadas de Andalucía.Sumérgete en la Edad Media recorriendo las callejuelas de nuestra antigua ciudad medieval. La Puerta de las Lanzas, la Alcazaba o la propia Iglesia Mayor Abacial se descubrirán ante ti para hacerte revivir la Vida en la frontera.

Palacio Abacial. Nos encontramos ante uno de los edificios más grandes y nobles de nuestro casco histórico, residencia de los abades de la ciudad desde finales del siglo XVIII hasta 1851. Edificado por el abad don Esteban Lorenzo de Mendoza y Gatica comienza en 1781, sorprende por la magnitud de su fachada, de estilo barroco con claras influencias italianas y francesas y en la que descubrimos una portada a doble altura culminada con el blasón del citado abad. Al interior, el palacio se estructura en torno a un patio con un claustro a tres alturas. Desde el año 1999 es la sede del Museo histórico municipal.

Plaza del Ayuntamiento. Se trata de una de las plazas más importantes de nuestro casco histórico y está formada por tres destacadas edificaciones diseñadas y construidas a la vez: las Casas de Cabildo, las Casas de enfrente (antigua lonja) y la plaza que se abre ante nosotros.

Pilar de los Álamos. Pilar monumental que recoge el agua que brota de un cercano manantial y la ofrece al sediento vecino que acudía, hasta no hace mucho tiempo, a estas fuentes a abastecerse.  Se trata, ésta, de una de las primeras construcciones civiles realizadas fuera de la antigua ciudad medieval en 1552 y una de las obras renacentista más destacada de nuestra localidad. Impresiona el gran relieve que decora todo el frontal y que presenta en el centro, como protagonista, el escudo de Alcalá la Real porteado por dos tenantes que a su vez son flanqueados por dos grifos (animales mitológicos mitad águila y león).

Iglesia de Consolación. Una de las iglesias más importantes de la localidad. También se la conoce con el nombre de Santa María la Mayor, ya que fue la nueva sede de la Abadía desde 1810 hasta su desaparición. En origen, esta iglesia formaba parte de un convento franciscano bajo la advocación de la Madre de Dios de Consolación del siglo XVI. En su interior, destacan las capillas laterales donde puede descubrir números ejemplos de la imaginería local y el altar mayor, que alberga en su camarín la imagen de la Virgen de las Mercedes, obra de Martin Simón y patrona de Alcalá la Real desde el siglo XVIII.

Barrio e Iglesia de San Juan. Adentrarnos en el barrio de San Juan es empaparnos de Historia, tradición y fervor religioso. Con 500 años a sus espaldas, este barrio de casas encaladas y calles sinuosas se encuentra a los pies de la Fortaleza de la Mota. Construido a partir del siglo XVI.

Palacete de la Hilandera es una de las grandes joyas que esconde el casco histórico de Alcalá la Real. Edificio modernista excepcionalmente restaurado y amueblado, su visita supone un viaje al pasado burgués de nuestra localidad y conocer de primera mano la figura y obra del constructor Manuel Lopez Ramírez, la Morena. Recorriendo sus estancias, nos sumergimos en el ambiente de la época y en el modernismo alcalaíno. Además, en su interior cuenta con un pequeño museo de artesanías y un estudio de fotografía de principios del siglo XX con máquinas y útiles de la época.

Iglesia y Convento de la Encarnación (Monjas dominicas). Ubicado en la principal arteria del casco histórico, fue fundado en la fortaleza en 1588. Perteneciente a la Orden de Santo Domingo de Guzmán, se trasladará a su actual emplazamiento en 1602 ocupando el antiguo Hospital del Dulce Nombre de Jesús. De austero estilo renacentista, presenta una gran fachada en sillería. Al interior, destaca por ser la única iglesia de la localidad que presenta una cubierta adintelada en madera y por una notable colección de tallas de Niño Jesús procedente de la escuela barroca de Granada.