Los comienzos nunca son fáciles

MARÍA BERMUDO FUENMAYOR – PREMIO FIN DE ESTUDIOS GRADO DE ODONTOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE SEVILLA

En los últimos tiempos, el aumento de clínicas dentales low cost es alarmante para la sociedad odontológica. Nos enfrentamos a consultas dirigidas por un empresario cuyo objetivo no es otro que el económico, dejando a un lado valores como el buen trato al paciente, la formación adecuada o el realizar un buen diagnóstico. Ahora se lleva “vender” tratamientos, olvidándonos de que nuestra profesión es salud.

Pero, ¿cómo hemos llegado a esto? La situación de los dentistas recién graduados es muy complicada. Al finalizar nuestros estudios, nos encontramos con el escenario de que necesitas al menos tres años de experiencia para trabajar, y a ser posible dos másteres y un experto. Para pagarte esta formación, necesitas dinero (y no poco, por cierto). Pero no tienes trabajo para pagarlo, con lo cual pueden darse tres situaciones: o bien tu familia puede permitirse pagarte la formación, o bien tu padre/madre es dentista, o bien acabas en una clínica low cost.

Entonces, comienzan los problemas. Trabajas bajo presión desde el principio, ajustándote a unos tiempos que no son los tuyos, los materiales no son los ideales, tienes muchísimas dudas y cometes errores sin existir nadie que te diga si lo estás haciendo bien, mal o, a veces, muy mal. Porque todos lo sabemos, de la carrera salimos con conocimientos muy básicos y con poca práctica, cosa que, en mi opinión, se podría solucionar si no existiera tanta competencia con los estudios de post-grado, dando una formación más extensa y especializada durante el grado. Pero ese es otro tema.

El caso es que, recién graduados, no tenemos capacidad para tomar decisiones complejas ni para ejecutar determinados tratamientos. No se puede empezar la casa por el tejado. No es ético hacer un “all on four” cuando apenas has puesto un implante unitario.Conozco compañeros que llegaban a casa a la 1 de la madrugada porque el paciente se tenía que ir con los implantes y la prótesis colocada, otros realizaban cirugías de implantes con la mínima formación teórica, y a los pocos meses eran los que “enseñaban” a sus nuevos compañeros, todo ello con sueldos entre un 18 y un 25% de su facturación. Se están haciendo absolutas barbaridades en la odontología actual. Con todo esto, el paciente cada vez se vuelve más receloso, pierde la confianza en nosotros y al final, lo pagamos todos. No es raro ver pacientes que acuden desconfiados de otras clínicas, comparando presupuestos, intentando rebajar el precio de los tratamientos como si estuviera comprando en el mercadillo. Y esto es denigrante.

En mi caso, nunca he trabajado en este tipo de clínicas, pero me enfrento a otra realidad. Siempre he pensado que la mejor manera de perfeccionar tu formación es acercándote a alguien que admires y aprender su forma de trabajar. Por ello, durante mis dos últimos años de carrera fui voluntariamente a la clínica de un profesor que me enseñó muchas de las cosas que no se aprenden en los libros. Empecé a trabajar en una clínica privada, con la suerte de que mi jefa era dentista y me ayudaba con todas las dudas que me iban surgiendo. El problema surgió cuando veía que el salario que tenemos establecido por convenio no suple los gastos de alquiler de un piso, comida, gasolina y formación; a lo que hay que añadir que lo normal es que tengas un contrato en prácticas.

Cuando hablo con mis compañeros de promoción, la mayoría coincidimos en que el comienzo de nuestra vida laboral nos decepcionó. Estudiamos una carrera muy dura para después no ver esa ansiada recompensa. Buscan en ti la eficacia, pero pocos se ofrecen para enseñarte a ser eficaz. El empresario busca el rendimiento, pero no aprecia el buen trabajo realizado.

En mi opinión, creo que debemos pararnos a pensar que quizá sea mejor dar un paso atrás y olvidarnos de rellenar el currículum con miles de cursos que no significan nada; que lo de antes, el enseñar un oficio, el formar a una persona desde el principio, quizá sea más acertado que contratar a alguien cuando ya vengan mal formados de este tipo de clínicas.

No hay que olvidar que esta es una carrera de fondo, no de velocidad. Hay que hacer un gran esfuerzo al principio para ver los resultados en el futuro, creciendo siempre con ilusión hacia esta increíble profesión que es la odontología.