ALEJANDRO ROISENTUL, premio internacional Secib 2017

«Una misión humanitaria no termina nunca cuando tienes un compromiso por ayudar a los demás”

La Sociedad Española de Cirugía Bucal (Secib) ha concedido sus premios anuales, entre ellos el Internacional, que ha recaído en Alejandro Roisentul, director de la Unidad de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital ZIV, de Safed, en el norte de Israel. Odontólogo y cirujano maxilofacial de origen argentino, Roisentul realiza desde este hospital -situado a 40 kilómetros de Siria y a 11 del Líbano- un importante trabajo humanitario atendiendo a los heridos sirios que logran traspasar la frontera en busca de ayuda. El presidente de Secib, Eduard Valmaseda, ha resaltado “el valor de luchar por la vida humana en tiempos difíciles sin tener en cuenta la procedencia”. Roisentul ha agradecido el premio con una detallada presentación de su misión humanitaria, impensable y hasta peligrosa, pero que muestra cómo la medicina puede derribar muros de enemistad e incomunicación y contribuir a la salvación de personas que viven una situación límite. Tras recibir el aplauso de Secib, ODONTÓLOGOS DE HOY ha podido conversar con este ejemplo de valor, compromiso y humanidad.

Texto y fotos: Ismael Sánchez


Alejandro Roisentul nació en Buenos Aires, Argentina, aunque lleva en Israel desde hace casi 30 años. Estudió en Buenos Aires y ahora trabaja en The ZIV Medical Center, en Safed, al norte de Israel, un hospital universitario que depende de la Universidad Bar Illan. Cubre un área de unas 250.000 personas, con 350 camas y 7 salas de cirugía. Los pacientes que recibe son judíos, pero también cristianos, drusos y musulmanes. Los profesionales que les atienden también son multiétnicos.

El hospital ZIV fue bombardeado en la II Guerra del Líbano, en 2006. “Desde entonces, las sirenas siguen sonando de cuando en cuando, y todo el mundo sabe hacia dónde correr cuando esto ocurre. No hay tiempo para pensar, hay que alcanzar los refugios cuanto antes, igual ahora que en 2006”, explica Roisentul.

Tras la guerra, el Gobierno israelí aprobó un programa de refuerzo para el Hospital ZIV y le añadió un edificio para Pediatría. También reforzó el auditorio y lo convirtió en un lugar polivalente, que también serviría de refugio, llegado el caso. El hospital incorporó las últimas técnicas del momento, incluida la radioterapia, y siguió avanzando pese a las circunstancias.

En 2013, las circunstancias volvieron a situar al hospital ZIV en la necesidad de dar una respuesta asistencial más allá de sus obligaciones para con el sistema sanitario israelí. En plena guerra civil siria, su estratégica posición geográfica, muy cerca de la frontera, hizo que siete heridos civiles pidieran ayuda en ese punto y que las ambulancias militares judías respondieran favorablemente, llevándoles de inmediato al hospital. Desde entonces, hasta 1.500 heridos sirios han sido tratados en el ZIV, y 4.500 en todo Israel, un país enemigo declarado y confeso de Siria.

Roisentul recuerda algunos datos estremecedores de la guerra en Siria: 4,8 millones de refugiados, 70% de los médicos se han marchado del país, la mitad de los hospitales ha sido diezmada… E insiste en lo que hace peculiar una acción humanitaria para con sus ciudadanos por parte de Israel: una relación histórica de enemistad que hace tener una mutua desconfianza entre personas, que alcanza también a la relación médico-paciente.

“Las barreras en tratar a los pacientes refugiados son variadas: falta de conocimiento mutuo, comunicación, prejuicios… Un sirio no sabe a ciencia cierta lo que yo como profesional médico puedo llegar a hacerle, si aplicarle un medicamento para curarle o quién sabe si para matarle”. Con todo, Roisentul lo tuvo claro desde el principio: “Hay que ayudar al herido, sea amigo o enemigo”.

De los 1.500 heridos tratados en el ZIV, unos 200 han presentado problemas maxilofaciales, y Roisentul ha venido tomando nota del tipo de herida registrada, pese a las dificultades obvias de clasificación. Así, un 80% de los casos corresponden a explosiones y esquirlas. Todos los heridos son atendidos en el área de traumatología, pese a la dificultad en la admisión: “Son pacientes sin ficha médica, sin casi identidad cuando cruzan la frontera. A veces, nos llegan con tratamientos tardíos, alguien les atiende en el campo de batalla, pero no sabemos qué les hacen ni por qué. No sabemos si son o no terroristas. Pero no los juzgamos, simplemente tratamos de ayudarles”.

Roisentul y sus compañeros también tratan muchas amputaciones, y gracias a prótesis donadas por ciudadanos israelíes, los operan para que puedan regresar a Siria caminando otra vez. “Muchos piensan al llegar que les va a atender el diablo en persona, pero poco a poco entienden que somos gente normal, como ellos. La paz es posible gracias a la Medicina, porque la Medicina no conoce fronteras”.

«De los 1.500 sirios atendidos en el ZIV Medical Center israelí, 200 presentaron problemas maxilofaciales»

ODONTÓLOGOS DE HOY: ¿La experiencia humanitaria del hospital Ziv es única en Israel o es posible extenderla a otras partes del país?

ALEJANDRO ROISENTUL: Se puede. En realidad, nuestro hospital es el que está más cerca de la frontera con Siria. Hay otros que están un poco más lejos, pero reciben pacientes nuestros de neurocirugía. Nuestra posición es muy especial. Por una parte atendemos a los heridos de guerra, y por otra parte, recibimos ataques procedentes de ese mismo país. Uno tiene que tomar responsabilidad por la vida, por la sociedad, por la humanidad. Nosotros aportamos muy poco, pero estamos muy dedicados a la tarea y nuestra misión es muy clara para tratar de cambiar algo en este mundo.

ODH: ¿Cómo es la sanidad en Israel?

AR: Israel es un país de vanguardia. Nuestros hospitales cuentan con el mejor estándar de calidad internacional, el que otorga la Joint Commission. Nuestra medicina está a la altura de las mejores en cuanto a avances y técnicas. Y estos refugiados se benefician también de estas coberturas asistenciales. Cuando comenzaron a llegar a nuestro hospital, yo pregunté a la dirección cómo debíamos atenderles, si podíamos hacerlo igual que con cualquier otro ciudadano israelí. Y la respuesta fue: “Le tratarás como si fuera tu hermano o tu vecino. Sin ninguna restricción. Y la verdad es que me sorprendió. Y comenzamos a hacer cirugías complejas, cosas que no vemos día a día, con las que no estábamos acostumbrados y para las que debimos prepararnos convenientemente. Y logramos abrir puentes para atenderles correctamente. Y nos encontramos en una misma sala médicos israelíes y pacientes sirios, una situación extraordinaria que, de otra manera, es posible que nunca pudiéramos haber vivido.

ODH: ¿Qué piensan de todo esto los pacientes israelíes?

AR: Lo entienden perfectamente. Entienden el sufrimiento de estas personas que están huyendo de una guerra. Eso sí, sin tomar partido. No sabemos quiénes son los buenos y los malos. Israel tiene experiencia en expulsiones, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo mucha gente que buscó refugio en otros países y esos países les cerraron las puertas. Y murieron en los campos de concentración. Hoy en día, la historia se repite para Israel, pero de distinta manera, esta vez aceptamos a personas de otros países. A nosotros nos cerraron las puertas, pero nosotros no lo vamos a hacer.

ODH: Pese a esto, Israel sigue siendo muy criticada por su política hacia los palestinos. ¿Cree que acciones como esta pueden ayudar a que esa parte de la opinión pública internacional cambie de opinión?

AR: Israel está haciendo muchas cosas buenas, no solo con los sirios. Nuestro Ejército es uno de los más éticos del mundo. El problema es que Israel tiene que defenderse de otros países como Irán, que busca públicamente su destrucción. Nuestro ejemplo es la norma de vivir y pensar del israelí medio. Queremos la paz, hacer la paz, vivir en armonía. Pero debemos cuidar nuestras vidas, no podemos permitir que el pasado se repita.

ODH: ¿Es posible proseguir con las tareas asistenciales humanitarias o un profesional al final quiere volver a su rutina habitual?

AR: Yo vine al norte de Israel con una misión en la vida, para hacer algo por la humanidad, aunque sea muy pequeño. Lamentablemente, lo que está pasando en Siria no parece que vaya a concluir de inmediato. Y además, puede haber nuevos conflictos, con el Líbano, podemos volver a ser atacados en el hospital como en 2006… Estamos preparados para esto y yo creo que esta misión nunca termina. Y la proseguirán mis hijos, no solo para defendernos a nosotros, sino a toda la humanidad. Para demostrarnos que somos seres humanos y que creemos en la amistad, en el amor y en la comprensión que tiene que haber entre los seres humanos. ●